Opinión

Una legislatura infernal

Pedro Sánchez tiene claro lo que quiere: seguir en La Moncloa y cómo conseguirlo: acogotando a Pablo Iglesias hasta lograr que Podemos apoye sin contrapartidas la investidura o quede ante la opinión pública como el responsable de la repetición de las elecciones. Es a lo que en reciente entrevista Sánchez ha denominado la "tercera vía". Que en puridad no es tal pues se trata de la misma oferta que viene haciendo el PSOE desde que Iglesias rechazó entrar en el Gobierno porque quería algo más que la vicepresidencia y tres ministerios.
Sánchez apoya en las encuestas la estrategia que le lleva a presionar a Podemos. Los sondeos pronostican al PSOE un incremento moderado -una veintena de diputados- pero le basta para confiar en que su estancia en La Moncloa va para largo. Obvio es recordar que las encuestas son el reflejo de un estado de opinión en un momento concreto y bajo unas circunstancias muy precisas y no es lo mismo lo que contestan los encuestados cuando la cita con las urnas tiene fecha fija en el calendario. De ahí que los políticos, incluso los más osados -y Sánchez lo es- pese a los buenos augurios no pueda evitar un punto de vértigo al pensar que las elecciones tienen algo de moneda lanzada al aire. Sobre todo sabiendo que en España está muy arraigada la tendencia a votar no tanto a favor como en contra de un determinado partido o político. Pero en este asunto hay algo más que encuestas.
La presión sobre Pablo Iglesias proyecta elementos de un antagonismo que va más allá de lo político para adentrarse en el mundo de la sicología. Sánchez no soporta a Iglesias y todo lo que vamos conociendo indica que el rechazo es recíproco. El líder de Podemos se considera ungido para liderar a la izquierda de española -los primeros éxitos que jalonaron esa ambición parecía que confirmaban en esa dirección una señal del destino-, pero luego las cosas empezaron a torcerse para Podemos. Errores de bulto como apoyar un referéndum separatista en Cataluña o el famoso asunto del chalet, entre otros, desmovilizaron a la tropa morada al tiempo que el PSOE recuperaba escaños y les pasaba por encima. Y en eso están. Aunque con la composición parlamentaria actual se necesitan, en el caso de que uno y otro quisieran evitar la repetición de las elecciones -así lo han proclamado ambos en recientes declaraciones- la única salida que Sánchez le deja a Iglesias es un apoyo incondicional a la investidura. Lo que pudiera venir después es fácil de prever, Podemos pasaría a la oposición. El resultado: un gobierno inestable y una legislatura infernal.

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