Opinión

Todos los candidatos son iguales

Las encuestas apuntan tendencias pero llevan en su seno un mensaje subliminal que no desdeña orientar el voto. Por eso habría sido de suma utilidad que el CIS -institución pública obligada a ser neutral pero a la sazón dirigida por un señalado militante socialista- no hubiera cedido a la tentación partidista anulando el mejor instrumento del que disponíamos para otear las preferencias y dudas de los electores.
Así las cosas y visto que la Ley Electoral prohíbe publicar encuestas en la última semana antes de las elecciones (rareza que contrasta con lo que es habitual en los países de nuestro entorno), a la hora de atisbar si el debate de la noche del lunes entre los candidatos ha modificado las tendencias y si éste o aquél líder consiguió convencer a algún indeciso, no tenemos a mano otro recurso que mirar hacia la prensa de Andorra. Parece una broma, pero no lo es. Llevamos años con este chiste que se traduce en que los colegas del Principado disponen de más información que nosotros respecto de un asunto que no les afecta. Un absurdo.
No es el único que rodea el sistema que rige los comicios. Caso, por ejemplo, de las atribuciones de la Junta Electoral que puede apercibir cualquier candidato o partido ante una presunta irregularidad, pero que sin ir más lejos como hemos visto esos días en el caso del candidato presidencial del PSOE (Pedro Sánchez) al que han llamado la atención por utilizar La Moncloa, la sede de la Presidencia y la web del Gobierno, para realizar difundir una entrevista televisiva con quien no es más que otro de los candidatos, la cosa se ha quedado en nada y el señor Sánchez, ha seguido concediendo entrevistas para la radio en el mismo lugar. Sin duda, un plus con el que no cuentan los restantes candidatos.
Desde el punto de vista de la imagen contar con el aparato del poder es una ventaja añadida. Por eso debería estar establecido que en campaña todos los candidatos son aspirantes y todos deberían atenerse a ésa condición. Aducir motivos de seguridad para justificar según qué recursos se ponen a disposición del presidente en funciones es un argumento discutible porque a los efectos de prevenir cualquier contingencia tan expuesto está Pedro Sánchez como Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias o Abascal. El culto a la personalidad con el que algunos asesores se ganan la vida se compadece mal con la exigible igualdad de condiciones que debe alcanzar a todos los candidatos. Cualquier excepción es contraria a los usos democráticos porque en tiempo de campaña todos los candidatos son iguales.

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