Opinión

Sánchez ningunea a Casado

Desde la oposición, los dirigentes del PP asumen que los análisis que pronosticaban una legislatura corta estaban equivocados. La evidencia nace de un hecho que está al caer y apareja consecuencias. Me refiero a la inminente aprobación de los Presupuestos de 2021, plataforma que con posibles prórrogas permitirá a Pedro Sánchez seguir al frente del Gobierno de España los próximos tres años.

Pablo Casado asume ya que no habrá convocatoria anticipada de elecciones. Es sorprendente, pero la mala gestión de la pandemia desde el punto de vista sanitario -más de sesenta mil fallecidos, miles de contagiados-, y amplio repertorio de directrices contradictorias, no le está pasando factura al PSOE. Tampoco la ineficiente, por no decir caótica, gestión de los ERTES que están siendo el colchón que amortigua el impacto sobre el incremento del paro por el cierre de comercios y empresas. A partir de la expectativa de llegada de recursos (140.000 millones de euros) procedentes de la UE, la factoría de propaganda del Gobierno y sus terminales mediáticas parece que están consiguiendo crear un espejismo que oculta la gravedad del desplome económico que se avecina.

Por otra parte, en el ámbito estrictamente político, Sánchez está demostrado una notable falta de escrúpulos que le permite pactar con fuerzas como ERC o Bildu abiertamente contrarias a la Constitución. Pero eso a él no le incomoda. Al contrario, se complace en hacer suya la hoja de ruta rupturista de Pablo Iglesias que es quien maneja los hilos desde la vicepresidencia del Gobierno.

Frente a un escenario de estas características poco puede hacer una oposición que comparece dividida. Pablo Casado parece haber asumido que tiene tres años por delante para ejercer el papel de líder de la oposición, pero no lo tiene fácil. Para empezar porque el presidente del Gobierno no le respeta y le ningunea. Según ha revelado el propio Casado lleva cinco semanas esperando que Sánchez le devuelva una llamada. Casado achaca el desplante a la mala educación de quien ocupa la presidencia del Gobierno, pero todos sabemos que no solo es eso.

Pedro Sánchez está desarrollando un tic cesarista que le lleva a despreciar normas democráticas tales como someter la tarea del Gobierno al control que la oposición ejerce desde el Parlamento. Esa concepción "de verticalidad infinita" -la expresión es de Felipe González- explica, por ejemplo, el decreto de finales de octubre que implantó el estado de Alarma hasta el 9 de mayo saltándose la obligada comparecencia cada quince días en el Congreso para solicitar la aprobación de la Cámara a las sucesivas prórrogas. Sánchez se ve a sí mismo muy por encima de los demás. Por eso ningunea al jefe de la oposición. Y lo seguirá haciendo mucho tiempo mientras las derechas sigan desunidas .

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