Opinión

Nada es lo que fue

Recordar el 1 de mayo y los sindicatos produce melancolía. Los sindicatos fueron la vanguardia en la lucha contra la Dictadura y por las libertades. Iban por delante de los partidos políticos.
Aquella contribución a la democracia les legitimó hasta el punto de ser reconocidos en nuestra Constitución.
Tanto la histórica UGT, como CCOO nacida en los sesenta, facilitaron a través de las negociaciones con los sucesivos gobiernos de la democracia, salarios dignos a cambio de la paz social.
Pero el desencanto también les alcanzó a ellos. La progresiva desmovilización de la sociedad encontró también reflejo en los sindicatos de clase hasta el punto que en la actualidad, salvo en la función pública, donde sigue siendo importante la afiliación, en otros ámbitos de la sociedad, la afiliación ha ido cayendo en picado.
A diferencia de sus colegas de otros países (Alemania) los cúpulas sindicales nunca se atrevieron a dar el paso de renunciar a la financiación oficial procedente del Estado.
En Alemania, los sindicatos, antes de tomar la decisión más trascendente como es la convocatoria de una huelga sindical echan un vistazo a su caja de resistencia, echan las cuentas y si mantienen la convocatoria de huelga, la patronal saben que van en serio.
Entre nosotros y después de la última reforma laboral, pese a las convocatorias de huelga para que el gobierno Rajoy retirara esa reforma a todas luces lesiva para los intereses de los trabajadores el Ejecutivo la ha mantenido a sabiendas que los sindicatos ya no tenían fuerza suficiente para tumbarla.
Año tras año se ha podido constatar que el 1 de mayo las manifestaciones son cada vez menos nutridas. El grueso de los trabajadores que antaño acudían como un solo hombre a esa fiesta tan señalada ahora se dejan arrastrar por el "puente".
Algunos casos de corrupción que en su día salpicaron a las cúpulas sindicales no contribuyeron a mejorar la percepción de uno y otro sindicatos, y mas recientemente el colosal patinazo de los UGT y CCOO en Cataluña participando en una manifestación del brazo de los partidos de la burguesía catalana que están detrás del proceso sedicioso y apoyaron el referéndum ilegal del 1 de octubre sin duda les ha pasado factura. El 1 de mayo habrá manifestaciones en distintos puntos de España pero ya tendrá más de liturgia que de compromiso social. Otros colectivos sociales caso de los pensionistas o movimientos de mujeres han sido capaces de tomar la calle prefigurando lo que sin duda son ya las nuevas vanguardias sociales. Si el sindicalismo no quiere quedarse obsoleto debería de tomar nota.

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