Opinión

Con el agua al cuello

Decía John Lennon que la vida era todo aquello que sucede mientras hacemos planes. Y eso es lo que le está pasado al PP. Tenía planes para celebrar este fin de semana en Sevilla una Convención Nacional ideada para relanzar la imagen del partido -hasta habían elegido un nuevo icono, una encina, para dejar atrás el charrán de su escudo-cuando, inopinadamente, la realidad se cruzó en sus planes. Desde Alemania llegaba la desestabilizadora noticia de que la justicia de aquél país sólo concederá la extradición del prófugo Carles Puigdemont por el presunto delito de malversación y no por el de rebelión, según la orden de búsqueda internacional dictada por el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena. La estrategia seguida por el Gobierno en relación con el proceso sedicioso impulsado por los dirigentes separatistas que huyeron para zafarse de la acción de la justicia española recibía un golpe durísimo del que todavía no conocemos sus últimas consecuencias pues no se puede descartar que los partidarios de la secesión intenten un nuevo desafío invistiendo a Puigdemont como presidente de la Generalitat. Con la situación desestabilizadora que semejante maniobra comportaría para la política catalana y para el conjunto de España.
No era la única mala noticia para el Gobierno y para la dirección del PP.
En la horas paralelas a las novedades sobre el caso Puigdemont, en Madrid se desmoronaba el castillo de naipes construido por Cristina Cifuentes para explicar cómo obtuvo el ya famoso máster a juzgar por las últimas revelaciones de una de las profesores implicados (Alicia López de los Mozos) que ha negado que formara parte del tribunal que supuestamente aprobó el máster y del director del trabajo (Enrique Álvarez Conde) que asegura que el mismo día en el que estalló el escándalo fue requerido por el rector de la Universidad Rey Juan Carlos para "reconstruir" el acta del examen.
Todo ello ante el estupor de los dirigentes del PP que habían respaldado la versión de la todavía presidenta de la Comunidad madrileña quien, en principio, debía intervenir en la Convención de Sevilla. Entre otros actos programados en esa reunión, Mariano Rajoy tenía previsto plantar un árbol y saludar a David Meca. Meca es especialista en culminar travesías en apariencia imposibles. Dadas las circunstancias políticas tan complicadas que afronta puede que a Rajoy le resulten muy útiles los consejos del intrépido nadador catalán porque a un año vista de las elecciones locales, autonómicas y europeas el PP comparece ante la opinión pública con el agua al cuello.

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