Opinión

A vueltas con los decretos

Pedro Sánchez va de ganador. Así lo indican todas las encuestas y, lo que es más importante, él ha adoptado ese papel. Quizás por ello no necesita más exposición mediática. Le basta con no equivocarse. Su último triunfo se produjo en la Diputación Permanente del Congreso celebrada el miércoles: sus famosos decretos sociales salieron adelante reeditándose así la mayoría de la moción de censura.
Al margen del contenido de estos decretos claramente social, lo cierto es que el triunfo del Presidente tiene su lectura política. Hay quienes creen que ha sido un ensayo general de lo que puede ocurrir después del 28 de Abril y no faltan quienes consideran que para el Gobierno resultan incómodos determinados apoyos.
Sin duda, el más "llamativo" fue el de Bildu. Este apoyo se produjo después de que Arnaldo Otegui recibiera más de una llamada desde el Ejecutivo. No se lo podía creer. La sorpresa no le dejó mudo. Muy al contrario, Otegui se vino arriba y ya se considera imprescindible para un acuerdo que evite un eventual Gobierno de derechas.
En el Congreso ERC y Bildu formarán un único grupo parlamentario y puede no ser especialmente reducido, de ahí que Otegui, que sabe hacer cuentas, se vea ya como interlocutor imprescindible si Sánchez quiere seguir en Moncloa.
Solo el PP votó en contra de todos los decretos. Ayer por la mañana, Pablo Casado realizó unas muy duras declaraciones. Dijo que eran decretos abertzale, provenientes de un Partido que no ha pedido perdón por los crímenes de ETA e incluyó en sus críticas a Sánchez a las víctimas que, en mi opinión, al igual que las pensiones, deberían quedar fuera de la batalla electoral.
A Casado se le ha criticado y mucho el tono empleado, hasta que algunos han visto lo ocurrido ayer mismo por la mañana en el Parlamento Vasco durante el debate de la propuesta de Ley de Resarcimiento a las Víctimas de abusos policiales. El portavoz de Bildu llamó nazis y genocidas tanto a la Guardia Civil como a la Policía Nacional. El debate fue tenso y duro. Los parlamentarios del PP abandonaron el Pleno en señal de protesta y la presidenta de la Cámara expulsó a otro de Bildu que realizó un gesto más que despectivo a los representantes policiales que asistieron al debate. La actitud más que impresentable de Bildu ha servido para que las declaraciones de Casado se perciban más suaves y realmente esta actitud del partido de Arnaldo Otegui hace difícil imaginar que el PSOE pueda pactar con ellos cuestiones que afectan al conjunto de España. Una cosa es acordar una obra municipal y otra, bien distinta, poner en manos de quienes callaban, alentaban y protegían a quienes se han llevado por delante la vida de 850 personas, entre ellas policías, guardias civiles y militantes socialistas, la suerte de una legislatura o una ley que afecte al conjunto de los ciudadanos españoles.
Todo sería más fácil para todos, también para el PSOE, que Otegui pida oficialmente perdón o que, cuando menos, tuviera una palabra de critica a su portavoz en el Parlamento Vasco. No va a ocurrir ni una cosa ni otra. Sus representantes en el Congreso tienen la misma legitimidad que todos los demás pero si como desde estas mismas líneas he considerado que el PP en relación a Vox (que no ha matado a nadie ni nunca ha justificado crimen alguno) debe reconocerse a sí mismo, mucho más el PSOE a la hora de llegar a eventuales acuerdos con Bildu que considera a las FSE "nazis" y "genocidas". El PSOE es un partido centenario aunque hoy, según muchos de sus veteranos que no viejos, no lo reconozca "ni la madre que le parió".

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