Opinión

La candidatura de Rajoy

Los nervios se han instalado de forma permanente en el PP al hilo de las encuestas de intención de voto publicadas en las últimas semanas. La mayor parte de los estudios demoscópicos dan a Ciudadanos como el partido más votado en unas elecciones generales, seguido del PP, del PSOE y de Podemos. Un vuelco total en el mapa político nacional que tendría como consecuencia inmediata el desalojo de los populares del Gobierno.
Ante este negro panorama, algunas informaciones periodísticas publicadas durante esta Semana Santa apuntan a que en el seno del PP hay algunos dirigentes intermedios que ya se han planteado la conveniencia de que Rajoy no sea el candidato en las próximas elecciones generales, aunque no se atrevan a expresarlo en público y se limiten a decirlo en conversaciones más bien privadas. El sólo planteamiento de esta posibilidad, y que algunos medios se hagan eco de ello, supone una novedad importante en un partido absolutamente piramidal en su dirección, donde todos rinden un culto excesivo al líder. Hasta la fecha, el afectado por estas especulaciones, Mariano Rajoy Brey, se ha limitado a decir que él se encuentra con ganas de continuar, lo cual, en sí mismo, no significa mucho. Tengo para mí, que si a medida que se acerquen esas elecciones generales -que en principio se tendrían que celebrar como muy tarde en junio de 20020- Rajoy no tuviese todas consigo que las iba a ganar, entonces renunciaría a ser candidato. No parece que el actual Presidente quiera abandonar el Palacio de la Moncloa por la puerta de atrás. Antes una retirada a tiempo que una derrota en las urnas, si además esta es ante un "jovenzuelo" como Albert Rivera.
Pero si Rajoy sigue en la idea de ser el candidato de su partido, no tendrá ninguna oposición interna para serlo. Lo cual, será una mala noticia para el PP, porque su actual líder es una figura desgastada ante la opinión pública, que es percibido como alguien que no transmite ilusión, con poca empatía con la gente y con una más que cuestionable capacidad de liderazgo. Tampoco nadie puede asegurar que un cambio en el cartel electoral en el PP tuviera un efecto balsámico como para recuperar a los casi tres millones de votantes que se calcula han perdido los populares desde las últimas elecciones generales. Porque, habrá que decirlo también para ser justos, el problema del PP no es sólo Rajoy, sino el desgaste de la propia marca, muy castigada por diversos factores, no siendo uno menor, los casos de corrupción. Ante este panorama, el cambio del cartel electoral puede ser importante pero no suficiente, porque a lo mejor lo que ahora toca es un cambio de ciclo en la política española, en el que no tenga un papel importante ni Rajoy ni el actual PP.

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