Opinión

La exportación y el modelo productivo

Los sucesivos ejecutivos socialistas que han gobernado España han tenido la tentación, y en muchos sectores lo han hecho, de dirigir la economía. En numerosas ocasiones nos hablaban de la necesidad de que España cambiara el modelo productivo. Y siempre nos hemos preguntado, si lo pensaban hacer por decreto, ya que el modelo productivo de un país lo deciden las empresas. Teniendo en cuenta la situación concreta del momento y las necesidades del mercado, los empresarios toman decisiones para poder mantener su negocio a flote. Ocurrió en la última crisis brutal de la economía. El mercado interior estaba prácticamente cerrado por la brutal caída de la demanda interna y la falta de beneficios, y muchas empresas fueron a buscarse la vida en el mercado exterior.

Ahora hemos sabido, según un informe del BBVA, que las exportaciones españolas duplicaron su peso en el PIB, durante el periodo 2009-2018 y que el número de empresas que dieron el paso se multiplicó por diez. Cierto que con diferencias sustanciales entre Comunidades Autónomas y tamaño de las empresas. Pero siempre, sobre todo en pequeñas y medianas empresas, con la ayuda y asesoramiento de CESCE, la Compañía de Seguros de Crédito a la Exportación.

Hacer de la necesidad virtud se convirtió para miles de empresas que consiguieron sobrevivir a la dura crisis, en la forma de garantizarse el futuro. Y ahí siguen, con dificultades, con trabas, con mucho sacrificio, aportando riqueza a la economía española y supliendo la menor demanda de consumo en España. Nunca fue ni será una buena idea que el Gobierno meta sus zarpas e intente dirigir el modelo económico. Ya vimos lo que pasó con las subvenciones a la renovables en el momento más incipiente de la tecnología. Aún lo estamos pagando en el recibo de la luz.

El Gobierno que se pretende formar tiene la intención de intervenir en muchos mercados. El energético o el de la vivienda son algunos, y precisamente ya se ha demostrado dentro y fuera de España que no es lo mejor para la marcha de la economía y de las empresas. 
Más preocupación deberían tener por la escasa productividad, la abultada deuda pública y por los miles de millones de euros que cada año se nos van en el pago de intereses.

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