Opinión

Empleo escaso y de mala calidad

La satisfacción con que el Gobierno y sus diversos portavoces recibieron los datos de paro y afiliación a la Seguridad Social del mes de setiembre resulta obscena. El número de parados se redujo en 26.000 personas y los nuevos empleos subieron en poco más de 84.000. El argumentario gubernamental, socialista y podemita trató durante toda la jornada de convencernos de que eran datos históricos. Sin embargo, se les "olvidó" comentar que desde septiembre de 2019 hay en España 700.000 parados más y sin contar que aún están en un ERTE más de 700.000 trabajadores. También, por supuesto, obviaron que la mayor parte del empleo creado es público y que no se ha recuperado ni el 50% de los puestos de trabajo destruidos desde marzo. Es decir, en materia de empleo, seguimos en niveles de 2016. Además, se firmaron un 27% menos de contratos que en el mismo mes del año pasado y la contratación indefinida cayó casi un 32%. La cruda realidad es que doblamos la tasa media de paro de Europa y ya teneos a casi un 45% de los jóvenes en el desempleo.

El Ministerio de Economía cuenta además con el cuadro de indicadores adelantados y no hay ni uno solo que haga albergar la más mínima esperanza de que la tragedia no vaya a aumentar. Datos de consumo, exportaciones, importaciones o confianza, por citar algunos, adelantan que lo peor está por llegar. Y la pregunta es ¿qué está haciendo el Gobierno para darle la vuelta a la situación, para que España deje de ser el farolillo rojo de toda la Unión Europea? La respuesta no puede ser más desalentadora. A estas alturas, incumpliendo el mandato constitucional, no hay ni un borrador de Presupuestos y ni un solo plan que enviar a Europa para recibir los fondos europeos de reconstrucción y resiliencia.

Sí sabemos que se proponen subir al 21% los servicios de educación y sanidad privados y la eliminación de la desgravación de los planes de pensiones. Y ya veremos qué más impuestos. Acabar, de forma absolutamente ideológica, con todo aquello que huela a la libertad de elegir de los ciudadanos y que conviene que se confunda con restringir los privilegios que asimilan a la parte rica de la población. Es muy preocupante que su ideario sea la destrucción de empresas y de miles de puestos de trabajo, más viniendo de los que todos los días nos venden su inquietud por lo social. Deberían saber que la recaudación será ridícula y que el gasto en educación y sanidad acabará siendo mayor y por supuesto de menor calidad. Desgraciadamente, el gobierno más elefantiásico no tiene un plan para sacarnos de una crisis durísima, de una tragedia de la que tardaremos años en salir.

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