Opinión

Viudas

Existen colectivos que rara vez aparecen en los medios, en la red, en debates o tertulias. A pesar de representar a mucha gente no despiertan el interés, son como una sombra de si mismos. Eso sucede con las personas viudas. Hablamos mucho de pensionistas, del envejecimiento de la población, de los servicios públicos y de cómo hacer para mantenerlos. Sin embargo este colectivo de 2,3 millones de personas en toda España pasa sin pena ni gloria por los medios y las redes. Prácticamente el 90% de las personas viudas son mujeres y, como se podrá usted imaginar, la gran mayoría son mayores. En Galicia hablamos de casi doscientas mil, de las cuales también más del 90% son viudas. 
La paradoja es que pese a que vamos camino de convertirnos en sociedades mayoritariamente de la tercera edad, los que ocupan la atención de los medios de comunicación, los que protagonizan la actualidad cultural, las caras que vemos en televisión, en el cine, en la música, en el teatro, incluso en la política,  son rostros jóvenes. 
He tenido la oportunidad de adentrarme en el mundo de las viudas y me ha sorprendido mi absoluta ignorancia. En primer lugar las cifras son llamativas: casi dos millones…
En segundo lugar, la historia: el tejido asociativo de estas mujeres arranca a finales de los 70. Llevan pues más de 40 años organizadas en asociaciones, federaciones y confederaciones. En tercer lugar, sus logros. Son ellas las que han conseguido buena parte de la protección social que tienen ellas y sus hijos. 
El pasado fin de semana tuve la ocasión de asistir en Ourense al Congreso Regional de Viudas de Galicia. Una sala abarrotada con más de 300 mujeres, muchas heroínas de su tiempo. Mujeres que perdieron a sus maridos y que debieron asumir la difícil tarea de ser madre y padre, muchas de ellas con familias numerosas, de las de antes. 
Mujeres que han recibido compasión más que apoyo, que han tenido que sacrificar sueños personales, por no hablar en muchos casos de la imposibilidad de rehacer sus vidas. Madres que han visto a sus huérfanos estigmatizados por no tener padre.
He tenido el sentimiento de que estamos en deuda con estas mujeres. Que no les hemos dado el reconocimiento que merecen. Si las mujeres sufrimos la desigualdad de oportunidades ¿qué queda para una mujer viuda y mayor? En mi casa me enseñaron a valorar lo que se tiene y para ello siempre es necesario pensar en los que están peor.  
Una de ellas me dijo con la dignidad y seguridad de una mujer que se ha enfrentado a todo: “no queremos beneficencia, reivindicamos nuestros derechos”.
¿Por qué la pensión de viudedad de los hombres es más alta que la de las mujeres?  
Son muchas, las que no han cotizado y, si lo han hecho, ha sido con salarios inferiores. 
 El entrañable papel de amas de casa que en los 60 y 70 inspiraba los anuncios de Cola-Cao y productos de limpieza las ha condenado al silencio de las estadísticas laborales, a estar marginadas de la economía y, lógicamente, de la toma de decisiones.
Debemos empezar a saldar cuentas con nuestras madres y abuelas. Además de ser de justicia, cuando nos llegue nuestro turno será lo que esperemos de nuestros hijos.

(*) Presidenta de Executivas de Galicia

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