Opinión

Querido Papa Noel

Hace unos años, cuando mis hijas eran aún pequeñas, llegaba el mes de diciembre y los buzones no eran capaces de contener las decenas de catálogos de juguetes. Al principio mis pequeñas hacían una marca al ritmo del “me lo pido”. Más tarde los catálogos traían pegatinas para ir marcandolos juguetes elegidos de manera que la elección infinita de los regalos seconvertía casi en una actividad extraescolar de manualidades. Lo cierto es que ellas lo marcaban todo, sin distinción.
Por supuesto la gran mayoría de los catálogos de las grandes superficies o jugueterías vienen maquetados en secciones: en rosa para las princesas y en azul para los valientes machotes. Chicos y chicas, como buenos borreguitos, siguen las instrucciones a rajatabla. Los ojos de los niños no se detienen ni un minuto en algo que sea rosa y ellas tampoco posan la vista en otra cosa que no sean muñecas, cunas y derivados. 
A pesar de que su madre ya era una ferviente defensora de la igualdad entre sexos, mis hijas no dudaban un ápice en marcar de manera sistemática todos los carritos y cocinitas. Ya de pequeñitas marcando su futuro: nutrición y crianza.
Y esto -que parece una auténtica chorrada- es el mecanismo por el cual luego, cuando deciden entrar en la universidad optan mayoritariamentepor las carreras femeninas: derecho, magisterio, enfermería, etc. La informática es de frikis y para las ingenierías: “yo para eso no valgo”.
Por eso cuando vi hace ya unos días que una empresa de juguetes había sacado un catálogo con niños llevando carritos y chicas subidas a súper motos y camiones de grandes ruedas me dije que efectivamente las cosas están cambiando.
 La empresa de juguetes se llama ToyPLanet y la cito porque me parece que se debe reconocer la apuesta y el compromiso de una compañía para darle la vuelta a los estereotipos que lastran la desigualdad. 
Es un símbolo, claro que lo es, es una imagen. Pero las imágenes repetidas durante años trasladan un mensaje, sobre todo a nuestros hijos y generan en sus inconscientes prejuicios que les marcan culturalmente toda su vida. ¿Acaso dando la vuelta a esas imágenes no revertimos esas ideas preconcebidas?
Si no lo hacemos quiere decir que no atacamos a los pilares sobre los que se asienta la desigualdad. Son ellos los que determinan qué regalos comprarles, son ellos los que determinan sus carreras. En buena medida también son ellos los que permiten que los salarios sean distintos según el sexo. Los que consiguen que sean las mujeres las que sacrifican sus carreras para dedicarse a la crianza de los hijos.
Ahora que mis hijas son ya adultas, en mi carta a Papa Noel y a los Reyes Magos (en pedir no hay engaño) les pediré que no renuncien a nada, que defiendan su derecho a cobrar igual que ellos. Les pediré que no tengan que elegir entre ser madres o trabajar, que cuando tengan la ambición de ser jefas no las traten de trepas, que cuando vayan a una entrevista de trabajo no les pregunten si tienen hijos o piensan tenerlos y que no permitan jamás que un hombre les levante la mano. ¿Acaso es mucho pedir?

(*) Presidenta de Executivas de Galicia.

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