Opinión

El Valle de los Caídos también votó

Julio Verne fue un auténtico visionario y adelantado a su tiempo. El escritor Vizcaíno Casas, también. Basta leer su libro satírico "Y al tercer año, resucitó", escrito en 1978, para vislumbrar el actual escenario político actual.
La formación Vox consiguió 12 parlamentarios en Andalucía gracias (entre otras cosas), a la brillante gestión de un presidente Sánchez, que en vez de enfrentarse a los problemas de los españoles: desempleo, impuestos a doquier, fractura de la sociedad, corrupción política, desahucios, incompetencia de las variopintas administraciones, pérdida de calidad de vida y de poder adquisitivo y así un largo etcétera, pues como que el susodicho presidente socialista ha preferido dedicarse a viajar en su avión y helicóptero públicos comiendo lubina salvaje con champán en la inmensidad del cielo y en su confortable cabina privada de nuevo rico. Y así, entre tanto trasiego de sus obligaciones como mandatario, pues como que ha tenido el tiempo suficiente para reabrir las heridas de nuestra olvidada guerra civil de 1936. Pues sí, 82 años después el pasatiempo de este señor que preside nuestro gobierno, -sin haber pasado por las urnas-, es reabrir confrontaciones ya inexistentes, fomentado la crispación, y dando oxígeno a un paciente que estaba en coma desde los tiempos de Blas Piñar y Fuerza Nueva. Pero que no se equivoque, los votos de esa nueva formación política no han venido de franquistas de 80 años, no. Han venido de personas en su mayoría de menos de 40 años, que asqueados y hastiados de la peor clase política que jamás ha existido en este país han manifestado a través de su voto su cabreo y rechazo. Y si alguien piensa que justifico a estos votantes, se equivoca. Ni me gustan los extremos, ni me identifico con ellos. Pero lo que ha pasado en Andalucía, y lo que seguramente pasará el 26 de mayo del 2019, es fruto de la desidia, la incompetencia, la corrupción política y el despilfarro público del dinero de nuestros impuestos. A eso, hay que sumarle el intento de ruptura de la unidad de España por parte de los independentistas. De su libertinaje mal consentido por parte de un poder ejecutivo que ya ha perdido su credibilidad hace mucho tiempo. De la criminalización de nuestra bandera por parte de políticos cobardes que no han sabido defenderla del acoso de quienes quieren pisotearla. Y de él denostado partido, Podemos, al cual, en pleno delirio totalitario estalinista, no tiene otra ocurrencia mejor que llamar a tomar las calles de nuestro país. Se descalifican y autorretratan ellos solitos hasta el batacazo electoral definitivo, sin duda. Pero esta historia no acaba aquí, y para muestra el CIS de Tezanos. Pues, como que el presunto intento de manipulación de la opinión pública por parte de este organismo trasmitiendo encuestas electorales virtuales y surrealistas hunde hasta el infinito la credibilidad de las instituciones y sus máximos responsables. El pronóstico del CIS fue un desatino total y absoluto. Los resultados oficiales de las elecciones andaluzas ni se acercan a la medición política de la comunidad autónoma que hizo pública el CIS a falta únicamente de dos semanas de la consulta electoral. Pero que importa esto en la espiral de desprestigio al que someten constantemente a las instituciones de este país. 
Que gran país el nuestro que a pesar de querer desterrar cadáveres de dictadores, y querer levantar trincheras entre los españoles de bien, aguanta impasible el paso de las hordas destructoras de una izquierda que ha perdido el norte, el rumbo y las elecciones.

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