Opinión

El particular, "juego de dictadores", de Pablo Iglesias

Hay unos parámetros comunes en aquellas personas, que ostentan una responsabilidad pública, y pretenden amarrar el poder con pautas totalitarias, convirtiéndose de facto en  vulgares dictadorzuelos: Carecen de escrúpulos y no dudan en usar a los demás en beneficio propio. Son expertos en el arte de seducir a la ciudadanía. Son personas con capacidad de oratoria, y embaucadores que utilizan el victimismo como herramienta de manipulación. Son profesionales en hacer sentir culpables a los demás, utilizando el lenguaje de la intimidación encubierta, con amenazas indirectas o implícitas. Y culpan a otros, o cambian de tema según les convenga. En definitiva, manipulan la información para moldear las voluntades de los demás.

Y ahí ,es donde encaja el comportamiento del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. En su afán totalitario, -por controlar la información, a los informadores, y a los medios de comunicación-, utiliza todas estas "artes", en su unipersonal beneficio y lo malintenta disfrazar de democracia y libertad.Este es el verdadero perfil del vicepresidente radical de extrema izquierda, llamado Pablo Iglesias. Una persona obsesionada con destruir, o controlar los medios de comunicación privados. Y para contrastarlo aún más, me voy a sus propias declaraciones.

Así, en el año 2013, siendo el líder ya de Podemos y cuando todavía era profesor, en una entrevista en la televisión venezolana, abogaba abiertamente por acabar con los medios de comunicación privados: "Es antidemocrático que en España los grandes medios de comunicación sean de propiedad privada, y nos estén robando la democracia". Y otra perla más de una de sus numerosas y más recientes entrevistas: "Si la información es un derecho, en la medida en que un derecho se convierte en ser susceptible de mercantilización, y en susceptible de ser una propiedad privada, se convierte en un privilegio. Por tanto lo que ataca la libertad de expresión es que la mayor parte de los medios sean privados. E, incluso, que existan los medios de comunicación privados ataca la libertad de expresión. Hay que decirlo abiertamente».

Pues bien, este es su verdadero pensamiento, y su objetivo es el férreo control de los medios de comunicación y de la información, para mantenerse en el poder a costa de lo que sea, y como sea.
En definitiva, un vicepresidente de gobierno que en rueda de prensa, tras el consejo de ministros del anterior martes, defiende "naturalizar la crítica y el insulto contra periodistas". Su expresión lo dice todo. La realidad, es que va tener que dar muchas explicaciones, y algo más. Porque, "el caso Dina", es ya, "el caso Pablo Iglesias". Un enjambre de presuntas tramas corruptelas de distinta índole, y un presunto machismo en formato abuso de poder. Y a todo esto, hay que sumarle también, una inexistente ética y moral de los principios defendidos. Todo ello, deja al vicepresidente segundo del actual gobierno bipartito socialcomunista,a los pies de nuestro sistema judicial.

Finalizó con la famosa frase de Abraham Lincoln: "Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo". Y Pablo Iglesias, -aun vicepresidente de Pedro Sánchez-, ya engaña a muy, muy pocos, a estas alturas de la situación.

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