Opinión

Una jornada emotiva

Como tiene que haber gente para todo, dos fuerzas políticas se excluyeron del homenaje de Estado a las víctimas de la covid 19. A Vox le pareció un acto de propaganda del Gobierno (¡qué disparate!) y a ERC, una forma de blanquear a la Monarquía (¡qué estupidez!). Por lo demás, la del jueves fue la jornada del debido luto oficial en los exteriores del Palacio de Oriente.

La solemne escenificación del acto no se comió el mensaje de compasión, dolor y solidaridad con los familiares de los fallecidos. Al margen de algunas indumentarias inapropiadas por parte de ciertos personajes públicos y algunos espontáneos ruidos de fondo que no venían a cuento, resultó muy emotivo el homenaje presidido por los Reyes.

La música de Brahms, los versos de Octavio Paz, los discursos, nos encogieron el alma, pero no tanto como para no reconocer en las palabras de Felipe VI un sentido canto al civismo del pueblo español que, por encima de las mezquindades propias de la raza, la crispación política y las legítimas críticas a los poderes públicos por el modo de gestionar la crisis, volvió a demostrar más sensatez, más responsabilidad y más sentido común que sus propios gobernantes.

Hernando Calleja, hermano del querido compañero muerto por coronavirus, José María, pronto desactivó la incómoda impresión inicial de que una determinada corporación social, la nuestra, la de los periodistas, iba a representar a todas las víctimas cantando las glorias de una de ellas. Hernando estuvo humano, compasivo, sobrio y respetuoso con la memoria de todos los fallecidos, centrándose precisamente en aquellos, la mayoría, cuya silenciosa presencia en el acto no tuvo nombre ni apellidos.

Pero si algún estamento profesional merecía un reconocimiento especialísimo era el de los sanitarios. Ochenta y tantos muertos y más de 53.000 contagiados dan la medida del sacrificio en sus diferentes ramas laborales: médicos, enfermería, celadores, conductores de ambulancia, personal de limpieza, etc. Todos estuvieron en la emocionante intervención de Aroa López, enfermera del hospital barcelonés Vall d`Hebron. "Tuvimos que tragarnos las lágrimas cuando alguien nos decía no me dejes morir solo", recordó mientras dejaba flotando en el ambiente la metáfora perfecta de lo ocurrido durante los meses más duros de la pandemia: "Tuvimos que decidir sobre la marcha y aprender sobre la marcha".

Cerró el acto la máxima autoridad del Estado, Felipe VI, ante los titulares de sus más altas instituciones: el Congreso, el Senado, el Gobierno, el Poder Judicial y las Comunidades Autónomas, en torno al pebetero y la llama viva en memoria de las víctimas de la epidemia, en una jornada que, como dijo el Rey, "dejará huella en nuestras conciencias".
Amén.

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