Opinión

Personalismo en el PP

Por mucho que se esfuercen los candidatos, en las primarias del PP no vemos ideas o programas, sino personas. Son los nombres los que se abren paso en cualquier aproximación al proceso sucesorio, ya en vísperas de la final, tras la espantada de Rajoy y el paso atrás de Feijóo.
Un lugar común en todas las aproximaciones al proceso, en cuyo último tramo solo están la exvicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el vicesecretario nacional, Pablo Casado, los dos aspirantes más votados. Consiste en atribuir a Dolores de Cospedal el poder de inclinar la balanza en la votación final del congreso extraordinario los días 20 y 21 de julio. La ecuación circulante es que "Cospedal pierde, pero decide".
No está tan claro. En nombre de la unidad, la todavía secretaria general, cortejada por Casado para descabalgar a Soraya, podría aparcar sus diferencias con la ex vicepresidenta en nombre de "lo que sea mejor para el partido", ha declarado. Y no olvidemos que Cospedal y Casado se han cruzado duras acusaciones de juego sucio durante la campaña.
Cito dos ejemplos significativos. Uno, Angel Garrido, sucesor de Cristina Cifuentes al frente de la Comunidad de Madrid. Apostó todo a Cospedal y, según los análisis al uso, ahora se debería inclinar por Casado, aunque solo fuera por el desencuentro entre Cospedal y Soraya. Sin embargo Garrido ya ha dicho que apuesta por la unidad forjada en torno a quién ganó entre la militancia. Es decir, apoyo inequívoco a Soraya, aunque en la circunscripción madrileña Casado la arrasó en votos.
Otro caso es el del veterano alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, un histórico con fuerte arraigo en el tejido organizativo del PP andaluz, que también apostó por Cospedal, pero ya ha dado muestras de que Casado no es su candidato.
Menos explicitas son las intenciones de la propia Cospedal en la orientación de sus seguidores hacia uno dos candidatos llamados a someterse a los votos de los 3134 compromisarios (2612 electos y 522 natos). Pero no debemos descartar que la todavía secretaria general, cortejada por Casado para descabalgar a Soraya, aparque sus diferencias con la ex vicepresidenta en nombre de "lo que sea mejor para el partido", según ha dicho. Y tampoco olvidemos que Cospedal y Casado se han cruzado duras acusaciones de juego sucio durante la campaña.
Espadas en alto. Los compromisarios tienen la última palabra sobre quien ha de liderar el partido para "volver cuanto antes al Gobierno" (Soraya) o "recuperar cuanto antes las ideas, principios y valores de nuestro partido" (Casado). Si de verdad esos 3.134 comisionados no son de nadie, según dice el comité organizador, lo normal sería que ratificasen la voluntad mayoritaria de los militantes, so pena de dejar abiertas unas cuantas heridas en el seno del PP.

Te puede interesar