Opinión

Las paradojas de Sánchez

No deja de ser paradójico que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, arremeta en Estrasburgo contra los "nacionalismos excluyentes y divisivos" cuando la clave de su supervivencia política es precisamente el excluyente y divisivo independentismo de Cataluña.
Otro blanco de los ataques de Sánchez en su discurso ante el Parlamento Europeo fue la xenofobia. Especialmente la que se ceba en los inmigrantes. Propuso al respecto una fórmula que sume "solidaridad y realismo" en la regulación de las corrientes migratorias para que la protección de lo conseguido no peligre en el ineludible deber de "cuidar a los mas débiles, sobre todo a los inmigrantes y los demandantes de asilo".
Si resulta contradictorio que arremeta contra el nacionalismo catalán mientras trata de seducirlo a favor del proyecto de PGE (resorte de su continuidad en Moncloa), no es menos chocante su proclamada solidaridad con los inmigrantes cuando la Capitanía Marítima de Barcelona decide retener en puerto al buque español "Open Arms", que tantas vidas ha salvado entre los desdichados que se echan al mar en precarias condiciones con la esperanza de tocar las puertas de Europa.
Era lo que nos faltaba por ver y por oír. Mientras Sánchez hablaba ante el hemiciclo de Estrasburgo, el ministro del Interior italiano, Mateo Salvini, presidente de la Liga Norte y un adalid de las corrientes reaccionarias de moda en el seno de la UE, aplaudía en las redes sociales la decisión española: "Stop a traficantes y ONG. También la izquierda en España se da cuenta de que tenemos razón", escribía en Twitter el martes pasado.
Salvini, el Santiago Abascal de Italia, aplaude a la España de Sánchez por no permitir que el barco "Open Arms" se haga a la mar para seguir salvando vidas en el Mediterráneo. Uno se echa las manos a la cabeza por si la "S" de socialista y de solidaridad se esté tambaleando como se tambalea la "E" de España en las siglas del histórico partido fundado por Pablo Iglesias (por favor, no confundir con Pablo Manuel, líder de Podemos).
Por lo demás, lo que ha hecho el presidente del Gobierno en Estrasburgo, donde se confesó "apasionado europeísta", es proseguir a nivel europeo la campaña electoral abierta con la entrega de su proyecto de PGE en el Congreso. Así puede decorar la internacionalización de su figura con apelaciones a la Europa social y la Europa de los derechos que proteja a los europeos y ampare a los mas vulnerables, frente las retóricas autoritarias y a "los mensajes que redujeron estas tierras a cenizas hace unas décadas", dijo.

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