Opinión

Gibraltar, Gibraltar

Se entiende el lenguaje gestual del presidente, Pedro Sánchez, en su comparecencia del domingo en Bruselas. Una evidente cara de satisfacción y una sonrisa cosida a una sucesión de respuestas insatisfactorias sobre el músculo político y jurídico de lo que él presentó como "un triple blindaje" de las reivindicaciones de España sobre Gibraltar.
Se entiende pero no se compadece con la realidad. No se ha producido ningún cambio en el tratado técnico del 'brexit' (585 páginas) ni en la declaración política (26 páginas, 147 apartados). Más bien parece que el órdago de España, que llegó a amenazar con hacer fracasar la cumbre del pasado domingo en Bruselas, se ha saldado con un premio de consolación.
Cuando el presidente habla de "triple blindaje" se refiere a los tres pronunciamientos de las partes negociadoras sobre la exigencia española de última palabra en cualquier acuerdo de aplicación a Gibraltar tras la salida británica de la UE. De los tres, sólo el de los 27 (Consejo Europeo) es inequívoco. Dice que "Gibraltar no estará incluido en el ámbito territorial de los acuerdos que se cierren". Es lo que quería España. Lo que en realidad ya se hace, pues la Comisión siempre actúa por mandato de los socios. Pero se trataba de llevarlo al tratado, como estaba previsto en el mandato negociador. Y eso no ha ocurrido.
El pronunciamiento británico, al bajo nivel de su embajador en Bruselas, dice que el polémico articulo 184 (mutuo respeto de los respectivos ordenamientos legales) no precisa alcance territorial de aplicación. O sea, no anticipa que vayan aplicarse a tal o cual territorio. Ni obliga a hacerlo. Y nadie se lo prohíbe.
Y en cuanto al pronunciamiento oficial de la UE, personalizado por Tusk y Juncker, presidentes del Consejo y la Comisión, se limitan a decir, a mi juicio con escaso fundamento, que la interpretación británica coincide con la española.
Por tanto, no se acaban de entender las razones del presidente del Gobierno para que este domingo dijera en Bruselas que España está ahora en "una posición de fortaleza que no habíamos tenido nunca". Incluso para afrontar en el futuro la cuestión de la cosoberanía.
Eso declaraba Sánchez, más o menos a la misma hora en la que la primera ministra británica, Theresa May, reiteraba públicamente que la posición del Reino Unido sobre la colonia de Gibraltar "no ha cambiado ni cambiará".
Seguramente pensaba en dos cosas. Una, que Londres no dará un paso sin contar con los gibraltareños, diga lo que diga España. Y otra, que el Reino Unido, como consta en el tratado de salida, aplicará cualquier acuerdo con la Unión Europea a aquellos territorios sin política exterior propia. Es decir, con relaciones exteriores gestionadas en Londres. Gibraltar, por ejemplo.

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