Opinión

El pacto de la posguerra

Sánchez lo llama el pacto de la posguerra. Difícil alumbramiento, si no imposible, mientras no encaje claramente en la centralidad constitucional. Sin PP y sin Ciudadanos puede haber renovación del pacto de investidura, pero no será un pacto de Estado. No puede serlo sobre unos costaleros de aversión declarada al

Estado mismo o al sistema que lo sustenta.
En prueba de acierto por la iniciativa, dice la ministra portavoz, María Jesús Montero, que ya queda menos.

Vaya descubrimiento. Nos recuerda que llevamos diez días hablando de la oferta, en nombre de la "unidad" y la "lealtad", sin pasar de las musas al teatro. Estamos en un teatro sin obra, más allá de las palabras rotas del presidente o los ministros en comparecencias públicas que no nos sacan de dudas.

En los últimos diez días el Gobierno se ha colgado de la cómoda percha de una remada conjunta a la que, como es lógico, nadie se va a oponer. Con dos excepciones: ultranacionalistas catalanes de la CUP y ultranacionalistas españoles de VOX. Extremos que se tocan frente a un enemigo común: la centralidad. Los demás se apuntan al llamamiento de Moncloa. Al menos en fase preliminar de un presunto pacto de Estado para la reconstrucción económica y social del país, tal y como lo ha formulado el Gobierno ante las fuerzas políticas de base parlamentaria con cuyos jefes de fila se está reuniendo telemáticamente Pedro Sánchez.
¿Y luego? Depende de las iniciativas puestas sobre la mesa. De momento es un folio en blanco, nieve sin pisar. Estamos en las formas, lejos de haber entrado en el fondo. O sea, la sugerida creación de una "mesa" de la reconstrucción, no rechazada por nadie porque el envoltorio es lo de menos. Cierto, pero al Gobierno le sirve para celebrar públicamente el alistamiento de una mayoría de fuerzas. Una implícita manera de afear las reticencias del PP.

Respecto a contenidos del pacto y su impacto en el vigente tablero de la política nacional, no es difícil descifrarlo a partir de lo incontestable: nada es gratis. Cualquier medida pública de reactivación económica y cobertura social del día después supondrá un gasto. Y el gasto ha de reflejarse en los PGE. De lo que se infiere que quien apoye el pacto ha de apoyar los PGE para el año 2021. Y quien apoye los PGE de 2021 está impulsando la continuidad de Sánchez en la Moncloa, una vez declarada la derrota del coronavirus a manos de una gran alianza donde se amontonaron separatistas de ERC y populistas de Podemos junto a constitucionalistas de Ciudadanos.

¿Estamos seguros de que eso es lo que quiere el PP?

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