Opinión

Convoca Sánchez

En los dos grandes vuelcos del 28 de abril (Sánchez barre a Casado y Junqueras barre a Puigdemont), la moderación ganó a la crispación y el exceso. Fue el gran resorte movilizador del PSOE. En esa línea está ahora el anuncio de Moncloa:
El presidente del Gobierno en funciones y candidato socialista a renovar su investidura parlamentaria, Pedro Sánchez, piensa convocar la semana que viene a los líderes de las otras tres grandes fuerzas de la política nacional.
No se sabe a estas horas si Casado, Rivera e Iglesias, o alguno de ellos, pondrá reparos a la cita. Puede ser. Estamos en vísperas de unas elecciones (europeas y territoriales) y no es bueno fijar posiciones cuando la pelota está en el aire.
La idea de Sánchez es trasladar sus intenciones en materia de gobernabilidad a los jefes de fila de las grandes fuerzas parlamentarias. Su proyecto consiste en formar un Gobierno monocolor de relaciones abiertas, y no expuesto al chantaje del independentismo. Pero me parece aventurado entrar en detalles sin esperar el dictamen de las urnas del 26 de mayo.
Hasta entonces las prioridades de los distintos partidos pueden ser otras. De los otros tres, Podemos tiene claro que, hoy por hoy, su aspiración es un pacto de moqueta para gobernar en coalición con el PSOE. Los otros dos, PP y Ciudadanos, están enfrascados en su batalla por el liderazgo de la oposición.
Decide la matemática, que está de parte de Casado, con explícito respaldo de Pedro Sánchez, también a la luz de los números. Además, bastante tiene ahora el joven líder del PP con encontrar la forma de hacer el camino de vuelta hacia el centro y redimirse con un buen resultado en las urnas del 26 de mayo.
Albert Rivera, por su parte, no debe estar muy interesado en acudir a Moncloa (o a Ferraz, en su caso) bajo la presión de las fuerzas económicas, que le empujan a entenderse con el PSOE en nombre de la estabilidad. Choca con una estrategia que consiste en crecer a costa de la amenaza independentista.
El asunto es serio. Para hacer rentable su discurso, Rivera necesita echar a Sánchez en brazos del separatismo. Para ser más grande necesita de las sediciosas propuestas de Torra y Puigdemont. Es un verdadero contradiós. Antes o después se le volvería en contra a Ciudadanos: ¿Cómo mantener su discurso agresivo contra un Sánchez supuestamente entregado a los separatistas si en su mano está la posibilidad de evitarlo?
Se lo pone fácil a Sánchez. El presidente siempre podrá atribuirse la condición de hombre de Estado y acusar a Rivera, y a Casado en su caso, de pensar solo en sus respectivas ambiciones de poder personal.

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