Opinión

Carreras de sacos

Curiosa carrera de sacos entre los indepes de Junqueras (ERC) y los de Puigdemont (JxC) hacia la Cataluña como "unidad de destino en lo universal", según formulación del fundador de Falange Española, Primo de Rivera. La dedicó a España, aunque le viene pintiparada a la quimera independentista que envenena los sueños de Quim Torra, ese que en sublime ataque de poética sensibilidad, dedicó hace unos días sus caprichosas flatulencias a los magistrados del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que le juzgaron por desobediencia.
El president está receloso por los ritos de apareamiento de sus competidores (ERC) con el PSOE, por cuenta de la venidera investidura de Sánchez. Me lo cuentan algunos de los periodistas que tuvieron la ocasión de compartir mesa y mental con el molt honorable el jueves pasado.
En realidad, utiliza esa aproximación como palanca argumental que le sirva para ganar en las urnas a los de Junqueras. A ser posible, con Puigdemont de candidato. Incluso dentro de esta Legislatura, consciente de que a él (a Torra) le sobrevuela la inhabilitación, mientras que su jefe, autodesterrado en Waterloo, cuenta con que el Tribunal de Justicia de Luxemburgo le acabe abriendo las puertas del Parlamento Europeo.
Transparente en la verbalización de lo que desea y lo que teme, Torra se relame por si los negociadores de ERC (Rufián, Vilalta, Jové) quedan como traidores a la causa. Pero también teme que puedan conseguir de Sánchez que el Estado se siente en una mesa negociadora con la Generalitat para hablar de autodeterminación, amnistía y reprobación de la Corona.
Por distintas razones, ese miedo de Torra a que ERC logre alguna forma de claudicación del Gobierno respecto a los objetivos del independentismo es ampliamente compartido en el resto de España. No puede estar muy tranquila la ciudadanía con el hecho de que Sánchez pueda ser investido al precio de reconocer el derecho a la desconexión de una parte del territorio nacional. Porque, no nos engañemos, esa reclamación está en los genes del independentismo catalán. Y concretamente en el de ERC. Baste saber que en la ponencia política que llevará a su congreso del 21 de diciembre no se descarta un nuevo referéndum ilegal, mientras se apuesta por la movilización y la desobediencia civil.
Ese congreso y la posibilidad de volver a las urnas autonómicas antes de lo que piensa Torra, serán dos factores llamados a condicionar los tratos de partido a partido que ERC y PSOE van a iniciar esta semana. Con una pregunta en el aire:
¿Apoyará ERC, aunque sea con la abstención, la investidura de Sánchez, sin cobrarse el precio político que exige a Moncloa, mientras JxC vota en contra y aprovecha la oportunidad para calificar de "botiflers" a los seguidores de Oriol Junqueras?

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