Opinión

Ofensiva diplomática de Zelenski

Este hombre no para. Hace una semana y en solo tres días le hemos visto aparecer enfundado en su eterno polo kaki (un híbrido de atuendo militar) en la cumbre de la Liga Árabe celebrada en la ciudad de Djeda (Arabia Saudí) explicando a los dirigentes árabes la tragedia de muertes y destrucción que esta sufriendo su país por la invasión armada por parte de Rusia. Pidió apoyo para su causa a unos oyentes escépticos a las razones de su discurso. Algunos de ellos, como el presidente de Siria, el carnicero Bachar el Assad, criatura sostenida por la Rusia de Putin, se quitó ostensiblemente los audífonos para evitar conocer las razones que mueven al presidente Zelensky a la ofensiva diplomática para extender por todas las ágoras mundiales la tragedia en que se debate Ucrania. El ser o no ser de un país. Al principio, la invasión de Rusia, disfrazada de operación especial militar fue considerada como una guerra en Europa, un asunto en el corazón de Occidente, pero con el tiempo, la guerra de Ucrania, gracias a la capacidad comunicadora del antiguo payaso se ha convertido en el hecho más perturbador de la actualidad geopolítica.

Desde Djeda y envuelto en una misteriosa incertidumbre, Volodimir Zelenski voló a la otra esquina del planeta, a Hiroshima, escenario de la cumbre del G-7, donde se daban cita los dirigentes de los países más ricos del planeta. Además de ellos estaban presentes los líderes de la India, Brasil, Indonesia, Vietnam, Australia y Corea del Sur. Allí tuvo una gran acogida rodeado por sus aliados occidentales y menos calurosa, pero en general amable, por parte de los otros países invitados. A una de las reuniones en la que estaban presentes todos los participantes también fue invitado Zelenski, que se sentó entre el presidente surcoreano, Yoon Seok-youl y el indio Narendra Modi. 

Durante las reuniones de pasillos y en charlas distendidas, Ucrania fue el tema de conversación y discusión, tanto que el norteamericano Biden acudió a la reunión con muchas dudas sobre la posibilidad de entrenar a los pilotos ucranianos en los aviones de combate F-16 como le había pedido Zelenski. Esos días en Japón venció las reticencias y comunicó al presidente de Ucrania la noticia que más esperaba oír. Le dijo que los Estados Unidos formarían a pilotos ucranianos y que permitiría a otros países a transferir a Ucrania aviones F-16. De esta forma se evitaría que los aviones rusos fueran los dueños hegemónicos de los cielos de Ucrania. Esta decisión fue calificada de histórica por Zelenski y su rostro sombrío se ilumino con una sonrisa satisfecha, también celebró la decisión de los siete de apelar a China para que pidiera a Rusia que cesara su agresión y retirara sus tropas inmediatamente del país y sin condiciones. Zelenski se esforzó de manera especial en explicar a varios de los países invitados del llamado Sur Global el papel de cada uno en el conflicto. Había un país invasor y otro invadido. Uno era víctima y el otro verdugo. Dos situaciones a tener en cuenta para poner un fin negociado a la guerra. En la reunión con el primer ministro indio, Modi, se lo explico con una lenta paciencia convencida. La India siempre evitó condenar la invasión de Putin. Después del encuentro, Modi le dijo: “La India y yo mismo haremos todo lo que podamos para poner fin a esta terrible guerra”. El primer ministro Modi, preside actualmente el G-20, la cumbre de los 20 países del planeta se celebrará a principios de septiembre en Nueva Delhi y es posible que en esa fecha la guerra de Ucrania se encuentre en un momento crucial para que los partidarios de una solución negociada tengan mucho que decir y negociar. Así será, si la anunciada contraofensiva de Ucrania contra los invasores tiene éxito, ya que pondría a Ucrania en una posición de fuerza.

El primer ministro Modi le aseguró a Zelenski que estaba dispuesto a favorecer el diálogo entre Moscú y Kiev sobre el plan diplomático, pero según todos los observadores, Narendra Modi evitó el termino mediación, un termino que los ucranios eluden.

La presencia de Zelenski no gustó al líder brasileño, Lula da Silva, ya que sigue instalado en su papel de mediador y mantenerse lejos de los dos países beligerantes. Trata de evitar la palabra guerra porque quiere privilegiar la paz sin humillar a Putin. Un discurso hipócrita como lo calificó Macron que le repitió a Lula que para comprender este conflicto conviene tener claros los conceptos básicos: hay un país agresor que es Rusia y un país agredido que es Ucrania. Lula no lo comprendió o no quiso ver la evidencia, el caso es que se negó a tener un encuentro con Zelenski. 

El presidente Macron ha sido la mano que movió la estrategia de este asombroso viaje de Zelenski. Fue Macron, el que situó un avión Airbus en un aeropuerto del sur de Polonia y lo puso a disposición de su colega ucraniano. Este avión le llevó a Djeda y de allí a Hiroshima. El presidente francés ha declarado que la presencia de Zelenski en la cumbre ha contribuido a construir la paz y acelerar el giro multipolar que está significando la guerra al ampliar el círculo de apoyos, ya que varios de los países del llamado Sur Global comprenden el inevitable papel de Ucrania frente a la agresión rusa poniendo fin a las ambigüedades. Son muchos los observadores que creen que Lula da Silva ha perdido la ocasión de izar su país a la altura de sus propias ambiciones.

Al cabo de tantos meses de guerra Vladimir Putin vive una situación complicada. Ha sufrido espectaculares sabotajes en el interior de Rusia, entre ellos un dron volando sobre una de las doradas cupular del Kremlin, atentados a vías férreas, a depósitos de combustible y atentados a los más fanáticos apologetas de su guerra. Y el no tiene ningún éxito que ofrecer como máximo ha exhibido la dudosa “liberación” de Balmut por un ejército privado.

Y a todo esto se suma el ataque en la región de Belgorod, al parecer ejecutado por opositores al Kremlin. Una operación de una envergadura hasta ahora inédita. Todo esto esta desatando un nerviosismo generalizado y un comprensible histerismo. Rusia acusa a Ucrania y Ucrania replica que los grupos que operaron en Belgorod estaban compuestos por miembros del Cuerpo de Voluntarios Rusos y de la Legión de la Libertad de Rusia. Ambas organizaciones formadas por exiliados rusos, jurados enemigos de Putin. El gran temor del amo del Kremlin es una amplia rebelión interna.

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