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Aser Estévez, presidente, director deportivo y ciclista del Team Oiense
Aser Estévez (A Guarda, 27 de julio de 1988) preside el Team Oiense y también ejerce de director deportivo y de ciclista. Un caso único para un corredor que brilló como amateur al proclamarse campeón de España y se quedó a un paso del ciclismo profesional.
¿Cómo se metió en esta aventura?
Todo comenzó en 2018. Yo estaba en el mundo del ciclismo desde 2001 y ya eran muchos años metidos en la alta competición en diferentes equipos. Llegó un momento en que la cabeza me pidió levantar un poco el pie y tomarme las cosas con más calma. Mi idea era dejar la alta competición y federarme por libre, pero tenía amistad con los vecinos del Ciclismo Oiense. Hice la licencia con ellos y allí empezó todo. Comencé a colaborar y, a final de año, lo dejó el presidente y opté por entrar yo.
Y el Oiense pasó de ser un club que organizaba marchas cicloturistas a tener equipo masculino, femenino y escuela de niños.
Pasas de ser un simple corredor, que no tiene los cursos, a realizar los necesarios para ser director deportivo. En 2020 nos pilló la pandemia y fue la temporada 2021 la primera con el equipo élite y sub-23. El año pasado ya ampliamos el calendario y, además, formamos el femenino y empezamos con las escuelas. Tienes un equipo, aparece un grupo de mujeres que quieren entrar y das de alta al femenino. Y también aparecen esas necesidades de los ciclistas que tienen hijos y, a partir de ahí, también se crea la escuela.
El conjunto élite y sub-23 es gallego, humilde y de formación.
Conviví en más equipos con otros ciclistas y, viendo que los gallegos éramos pocos, quería hacer una escuadra diferente en la que todos pudiéramos ser de aquí. El primer año empecé corriendo yo con un par de amigos que conocía de otros equipos. Después, comencé a seguir a algunos ciclistas que corrían poco o eran descartes y ya hicimos un calendario de 40 días de competición. La gente vio que corrimos bastante. Fuimos a Toledo, Huesca, Cáceres, Segovia, Valladolid… Para un equipo humilde, está muy bien y para esta temporada ya vino gente al equipo, que se interesó por él.
¿Cómo plantea una carrera?
Muchos ciclistas son debutantes. Buscamos aprovechar el mal día de los grandes equipos o, en carreras un poco menores, sí que podemos optar a un determinado puesto. Las metas que nos marcamos son asequibles, no podemos optar a victorias, pero queremos cumplir esas pequeñas metas que sí son posibles. En la Volta a Galicia del pasado año, que fue muy dura, nos planteamos ir día a día y, a ser posible, terminarla. Fue un palo perder a cinco ciclistas el primer día, pero los dos que quedamos, sí que pudimos terminarla. Según la competición y los ciclistas que podemos llevar, nos marcamos los objetivos. Que siempre son alcanzables, para evitar la desmotivación y que la gente lo deje a mitad de temporada, que pasa mucho porque es una categoría difícil. Es un equipo diferente, de Galicia, y en el que damos la oportunidad a ciclistas que no tenían sitio en otros lugares. Que, sin ser de gran calidad, querían correr en la categoría. Por suerte, crecimos, y en 2023 ya vinieron corredores que nos van a dar un punto de nivel.
¿Cómo se compagina la labor de director y corredor?
El año pasado corrí bastante, pero al estar al frente del equipo, me costó adquirir la forma porque el tiempo que dedicas a la organización del equipo, lo sacas al entrenamiento. Aún así, sí que pude terminar bastantes pruebas. En 2023 tenemos una plantilla más amplia, con 22 corredores. Es un equipo grande, más de lo que tenía previsto al inicio, y seré más director que corredor.
¿Qué tiene que hacer como director? Ahora, estamos en el momento de hacer el calendario. Tienes que llamar a los organizadores para ver si puedes ir y si compensa. Una vez que dispones del calendario, comenzar a pensar en las alineaciones y está el tema de la ropa, los patrocinadores que entran y los que se van, las cuantías, las licencias… Y, en nuestro caso, hacemos eventos, con todo su papeleo. Es mucho trabajo.
A día de hoy, es de los clubs que organizan más marchas.
Yo entré como ciclista por libre y, en menos de un año, pasé a ser presidente. Y me daba un poco de miedo porque venía de dar pedales, pero no tenía ni idea del resto de cuestiones. Tienes que hablar con gente, haces llamadas y preguntas. Me hice cargo del Ciclismo Oiense, que era un club de Santa María de Oia que organizaba marchas. Nada más. En una de ellas, los conocí cuando me ofrecieron ser padrino. Aumenté el número de eventos porque los ingresos que no llegan de los patrocinadores, ya que somos un equipo pequeño, llegan por estas marchas. Eso sí, no te garantizan unos recursos fijos. Depende de la participación. Quise mantener lo que había, ampliarlo y mejorarlo. Y, a partir de ahí, cumplir mi sueño, que era crear un equipo propio como contra los que competí siempre. Y la sorpresa para mí resultó que me renovaron once. Eso quiere decir que hacemos las cosas bien.
Con 22 ciclistas, sobre el corredor recae mucha responsabilidad de su preparación.
Hay ciclistas muy jóvenes a los que sí ayudo con la preparación. Los más veteranos, ya tienen sus preparadores de toda la vida. Después, saben qué es lo que tienen que hacer, que pasa por estar bien en mayo y en septiembre, los meses en los que hay las carreras buenas de Galicia, la Volta a Coruña y la Volta a Galicia. A mayores, en función del calendario, marcamos los objetivos. A los más jóvenes, que apenas compitieron, tienes que enseñarles los mínimos para ir a las carreras.
En 2022 la Gallega optó porponer límite de edad a sus pruebas.
La temporada anterior fuimos uno de los equipos más perjudicados, junto al Retelec de Redondela, porque nos enteramos cuando ya estaba comenzada la temporada de que si tenías a un ciclista mayor de 35 años, no podías llevarlo. Teníamos al campeón de Galicia de contrarreloj (37 años) y no pudo ir. Esta temporada, que se baja a 30 años, ya hicimos equipo con esa limitación porque lo sabíamos con tiempo. Y por eso hice el esfuerzo de tener hasta seis corredores sub-23. Y no tenía más dónde pescar. Yo hablé con hasta 20 ciclistas, de los que me vinieron tres al equipo. Muchos lo dejaron por estudios.
Usted siempre compaginó la bicicleta con los estudios.
Mi caso daría para hablar mucho, casi para hacer alguna película de terror. Con 18 años, me fui a la universidad para hacer Historia y es una carrera a la que le tienes que dedicar mucho. Y ese año, pasé de juvenil a sub-23. No fue sencillo, pero la saqué. Eso sí, en lugar de cinco años tardé seis porque había días que con cuatro o cinco horas de bici y otras tantas o más en los estudios, terminaba fundido. Fueron años en los que hacía Copa de España y un calendario amplio. Y, además, sacaba buenas notas. Incluso, los últimos cursos, cuando bajé el número de asignaturas, subí la media. Animo a los corredores que lo intenten porque, además, es lo que les dará una salida.
Creó el equipo femenino, que es atrevido porque hay muy poco calendario de mujeres.
Lo saqué adelante antes de lo que pensaba. En esas marchas, conocí a un grupo de mujeres que quería competir. Vamos a tener hasta diez ciclistas esta temporada y tienen menos calendario. Ya lo tenemos hecho y eso obliga a repartirnos en las competiciones porque hay algún fin de semana que coinciden pruebas para los tres equipos. Si es en el mismo sitio, no hay problema. La dificultad es si es en un sitio diferente. Si no podemos ir a todos, prevalecerá el femenino porque tienen menos carreras. Para nosotros es un compromiso porque tenemos que cumplir tanto con los hombres como con las mujeres. Somos cuatro equipos en Galicia y ojalá aparezcan más porque, en las carreteras, cada vez se ven más mujeres.
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