Alejandro Míguez, que viaja con su mujer Isabel Míguez, dijo que 'la evacuación fue un desastre'

Dos vigueses entre el pasaje: 'Era la imagen del Titanic'

Alejandro Míguez e Isabel Mociño en una foto de hace unos días. S.E.
'Las mismas imágenes del Titánic'. De esta forma resumió el periodista vecino de Vigo Alejandro Míguez, el naufragio del crucero Costa Concordia en aguas de la isla de Giglio, en Toscana (Italia).

Míguez viaja con su mujer, Isabel Mociño, ambos naturales de Celanova, y cuando se produjo el accidente, sobre las 21.30 horas del viernes, estaban cenando en el restaurante, situado en la segunda planta del barco. 'Escuchamos un fuerte ruido, se fue la luz y comprobamos que el crucero se inclinaba hacia un lado. Acto seguido, vimos como caían y se deslizaban vasos, botellas, platos por el suelo', explicó el periodista.

Junto con su mujer y varios compañeros intentaron recabar información sobre lo que estaba pasando 'pero nos dijeron que era un fallo eléctrico y que no pasaba nada'. Así intentaron mantener la calma, pero, relata Alejandro Míeguez, me percaté de que había un fuerte olor a humo. Entonces ya nos temimos lo peor y nos fuimos al camarote, que está en la décima planta, y cogimos la cartera, ropa de abrigo y nos colocamos los chalecos salvavidas'. Las escenas de nerviosismo se repetían por todos lados, mientras la tripulación les pedía que mantuvieran la calma.

La pareja ourensana optó por subir a cubierta, a tomar el aire, pero pronto les avisaron por megafonía que se dirigieran a la puerta de desembarque, situada en la cuarta planta. Míguez y su mujer siguieron las indicaciones, pero ahí empezó su pesadilla.

En el crucero viajaban 4.229 personas de las que 3.219 eran pasajeros, y todos querían salvarse, llegar a tierra. 'Los botes salvavidas estaban ocupados. Nos subieron a un bote cubierto con una tela en forma de tienda de campaña y nos deslizaron con una cuerda por un lateral. Eramos 35 personas y cuando estamos cerca del agua se percataron de que, al estar el buque inclinado, no había ángulo para rescatarnos. Estuvimos más de una hora con el bote colgando de la cuerda, prácticamente boca abajo. La evacuación fue un auténtico desastre', lamenta Míguez.

Los carabinieres y miembros de Protección Civil optaron por devolver el bote de nuevo al crucero y rescatarnos a través de una escalera de cuerda hasta una lancha de la Policía italiana. Miguez y su esposa permanecían en la noche de ayer en un hotel de Roma, pero ambos aún tenían el susto en el cuerpo y estaban en permanente contacto con su familia en Celanova.

Alejandro Míguez recorda ayer desde su hotel en Roma los momentos vividos. 'Lo peor fue cuando estaba en el bote. Unos tiraban hacia arriba y al poco rato hacia abajo. Así estuvimos una hora, fue un infierno para mí, que por encima tengo vértigo', explicaba. Una vez a salvo, la policía italiana los acomodó en un barco con el que llegaron al puerto de Santo Stefano y después en autobús hasta Roma. 'Estamos muertos de frío, descalzos y sin poder tomar nada caliente', añade Míguez, recalcando que lo más grave de todo es que no te dieran ningún tipo de información. n

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