La vida nocturna regresó a Vigo con la apertura generalizada en la madrugada de ayer de las principales discotecas de la ciudad. Los empresarios la noche han echado el resto para poder reiniciar su actividad invirtiendo en personal y en medidas de seguridad.
Areal y plaza de Compostela, Santiago de Vigo o Churruca recuperaron afluencia aunque con matices. La pandemia ha creado un nuevo concepto de ocio nocturno en el que se acabaron las aglomeraciones y los codazos y donde no se tiene por qué renunciar al baile, siempre que se haga con mascarilla.
Pese a las molestias de las estrictas medidas de protección, hay quienes creen que el cambio puede ser positivo. “El límite de aforo adelantará la hora de salir por la noche, algo muy importante porque en Vigo siempre se ha salido muy tarde y eso perjudica a todos”, explicaba Gustavo, encargado del Gatsby. En este local, además de geles a la entrada, carteles informativos, circuito de entrada y salida y medidas higiénicas se han limitado espacios reservados para que grupos de amigos puedan sentarse con distanciamiento del resto. Los primeros clientes se mostraban satisfechos, “es la primera vez que no sudo en una discoteca”, bromeaba uno de ellos.
En Ferré, los empleados ponían todo apunto momentos antes de abrir. Con algo de nervios, reconocía su responsable, Vera, comenzaba a recibir a los primeros usuarios. Al igual que el resto de locales, se colocaron dispensadores en los accesos, unos circuitos para evitar aglomeraciones, control de aforo y personal dentro y fuera para vigilar que se cumplan las normas.“De momento vamos a empezar con un 60% de aforo en lugar del 66%”.
A todo eso se suman las distintas opciones para contar con limpieza y desinfección constante. “Tenemos una persona en los baños encargada de controlar el acceso de uno en uno y de limpiar después”, aseguraba Brais, encargado del Barrocco, donde un avisador led en las barras recordaba a los camareros cada 14 minutos que había que desinfectar toda la barra.
En La Posada de las Ánimas, optaron por balizar la barra. “Acotamos una parte exclusiva sólo para pedir consumición”, explicaba Edu, su encargado. A la entrada, un estricto control extendido a todos los locales. “Les pedimos el teléfono, es algo voluntario y pronto vamos a poner un código QR para ese registro de manera que sea más sencillo ofrecer esa información”, añadía.
Las medidas tuvieron efecto y los clientes volvieron a la pista de baile, sin agobios y todos con mascarilla. “Los locales tenemos obligación de poder suministrar mascarillas por si hay alguien que no la tiene. Ya vendimos varias”, explicaba el empresario José Luis Asenjo uno de los primeros en abrir uno de sus locales, el Tokyo. “La gente está bastante concienciada, es cuestión de acostumbrarse, de poder relajarse aunque lleves mascarilla”, explicaba. En sus establecimientos, también en Churruca, ayer, todas las medidas de seguridad. “La mayoría ofrece voluntariamente su teléfono sin problemas”, afirmaba.
El paisaje nocturno de madrugada ya mostraba cambios, terrazas llenas y tibias colas a la entrada de las discotecas para desinfección y la mascarilla como un complemento al glamour nocturno. “Ahora estamos obligados a entendernos, hablamos más aunque nos cueste con las mascarilla, porque no hay contacto”, señalaban unas usuarias quienes añadían que “había muchas ganas de ir a algún lugar a partir de las dos de la mañana, porque hay vida más allá de las terrazas”.n