Opinión

Vigo, ejemplo de la buena fusión

El Gobierno y la Federación de Municipios parece que han echado el freno a la fusión de ayuntamientos, que en lo que atañe a Galicia se saldó con dos “bodas”, una en Coruña, de Oza y Cesuras, y otra en el entorno de Pontevedra, entre Cotobade y Cerdedo, lo que no es mucho. En ambos casos fueron uniones de motu propio, aunque impulsadas por el PP. Y no hay más ni se esperan. En Ourense, donde están algunos de los concellos de menos tamaño de Galicia, con apenas 600 o menos habitantes, cero absoluto. Tampoco tiene que extrañar: la mayoría de la población está apegada a un municipio y no es fácil ponerse de acuerdo con el vecino para casi nada, menos para compartir destino político, administrativo y social. La clave estaba en la imposición por ley y si no es así, hay poco que hacer. Por ley se fusionaron en Grecia y también en Portugal, donde a consecuencia se han creado grandes entidades con miles de habitantes. Pasa en Braga y también en Gaia, frente a Oporto, con más de 300.000 residentes, aunque diseminados en parroquias y freguesías. Han ganado poder y capacidad y por tanto, bueno para ambas ciudades. 
La fusión tiene ventajas e inconvenientes, pero en general sus efectos a largo plazo resultan posistivos, mientras que la división resta. Ferrol y Vigo son ejemplos de ambos casos. La ciudad departamental comenzó a vaciarse de habitantes gracias al poder de atracción de la vecina Narón, donde el auge de la construcción atrajo a miles de jóvenes. El resultado ha sido que Ferrol es la ciudad que más baja de España y Narón la que más sube de Galicia, pero la suma final es cero. Si los intentos de fusión hubieran tenido resultado, Ferrol-Narón tendría más de 100.000 habitantes y sería el tercer Concello de Galicia, lo que le daría un peso decisivo ante el Gobierno gallego y la Diputación a la hora de tomar decisiones sobre su futuro, que se presenta negro.
Vigo es justo lo contrario, un éxito. La decisión “manu militari” de unirse con Bouzas primero y Lavadores después permitió crear la ciudad que hoy conocemos. Si estuvieran los tres por separado, Vigo tendría menos de 200.000 habitantes, Bouzas quizá otros 50.000 y Lavadores 40.000, y nada habríamos ganado: ni habría Universidad, ni soñar con un AVE ni disponer de servicios de una capital, conseguidos precisamente gracias a un argumento, decisivo: ser la primera urbe gallega. 
Pero ordenar las fusiones por ley supone asumir una carga política muy importante. Así que como dice la FEMP y el actual Gobierno, nos olvidamos. Continuará...

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