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En Vida Digna atiende a cerca de 6.000 personas al año

El equipo que todos los fines de semana sirven las mesas del único comedor social que abre sábados y domingos en Vigo.
photo_camera El equipo que todos los fines de semana sirven las mesas del único comedor social que abre sábados y domingos en Vigo.
El comedor de la ONG, que reabrió el pasado fin de semana, sirve a 140 personas diarias, muchas de ellas familias con ayudas sociales o trabajadores que no llegan a fin de mes

 En el comedor Vida Digna las mesas volvieron a llenarse ayer tras dos semanas cerrado por reformas. La situación con la que se encontraron fue “la misma que tenemos hace años”, explica Ricardo Misa, responsable de la ONG que durante los fines de semana sirve más de 230 menús al mes a otras tantas personas necesitadas. A este servicio de comedor se suma el de ropero, entrega de alimentos, atención a personas sin techo y reparto de juguetes en las fiestas navideñas. 

En total, por sus instalaciones pasan anualmente unas 2.600 familias, lo que supone cerca de seis mil personas al año que necesitan apoyo para sobrevivir. Y es que como explica Misa “la situación en la que nos encontramos se puede decir que es peor que la que había durante la crisis. La pobreza se ha cronificado en algunos sectores de la población, como los mayores de cincuenta que fueron arrojados del mercado laboral, y siguen sumándose colectivos que como los inmigrantes que están llegando o los trabajadores que no llegan a fin de mes, necesitan de la ayuda que se les brinda desde aquí”.

El cierre durante dos semanas del comedor “nos permitió acometer algunas reformas que de otra forma no eran posibles, como el pintado de la sala, arreglos del sistema eléctrico o una limpieza en profundidad”, comenta poco antes de comenzar el turno de comidas en el primer fin de semana de actividad después del parón veraniego. 

Una media de 140 comidas
Una vez reabierto, la afluencia de comensales era ayer la misma que cualquier otro día, con una media de entre 120 y 140 comidas, que se repiten el domingo, dos días en los que los demás comedores sociales de la ciudad cierran sus puertas por descanso. 
El tipo de personas que se acercan hasta este local “son por lo general familias que no pueden llegar a fin de mes, la mayoría españoles, aunque estamos notando la llegada de venezolanos, que necesitan apoyo en todos los aspectos porque llegan prácticamente sin nada”, dice Ricardo Misa, al que las horas del día se le quedan cortas para atender todos los frentes que tienen abiertos.  A estos usuarios se suman las personas mayores de cincuenta años que se quedaron sin empleo durante la crisis económica y que son rechazadas de forma sistemática por un mercado laboral en el que parecen no tener cabida. 
Como ejemplo de esta situación que se repite con demasiada frecuencia en el comedor solidario, Misa recuerda el caso de un benefactor de la propia asociación Vida Digna. Se trata de un hombre que tuvo empresas y contaba con un alto nivel económico y que desde hace tres años come gracias a la ayuda que le brindan desde la ONG.  Un drama que parece pasar inadvertido por una ciudad en la que las grúas ya comienzan a ser parte del skyline vigués y donde se anuncian grandes obras e inversiones. Para romper esta invibilidad que parece cubrir como una neblina la pobreza, desde esta asociación pretenden llevar a cabo una serie de acciones “que permitan dar voz a estos colectivos, que salgan del anonimato y la población en general sepa que las cosas no pintan tan bien para todos”, comenta Ricardo Misa. 

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