Galicia

Los encapuchados asaltan a dos ancianos en su casa de Boborás

La casa del matrimonio que sufrió el robo con intimidación, en Pazos de Arenteiro.
photo_camera La casa del matrimonio que sufrió el robo con intimidación, en Pazos de Arenteiro.

Los vecinos retuvieron a uno de los violentos atracadores pero otro huyó con joyas, 1.700 euros y ropa

n n n  Los encapuchados vuelven al rural ourensano. Pazos de Arenteiro, en Boborás, fue uno de los primeros pueblos de España en ser declarado como Bien de Interés Cultural. Están acostumbrados a los turistas. Es un lugar tranquilo. Algún que otro robo en el bar es el único suceso que recuerdan. Teresa Montenegro, una vecina, cree que la Virgen del Carmen les protege de todo. Este último sábado, a la hora de comer, dos encapuchados atracaron, amordazaron y amenazaron con pistolas y un cuchillo a dos vecinos en su casa: Amalia, de 88 años, y su marido, Manolo, de 91. El botín: unos 1.700 euros, relojes y ropa. A Amalia le quitaron del cuello la cadena en la que tenía una medalla de oro de la Virgen del Carmen: "Es mi gran pena". Gracias a que era fin de semana y las familias llegan al pueblo, un grupo de jóvenes de una casa cercana salió tras los encapuchados al escuchar los gritos de Noemi, la cuidadora, a la que también ataron de manos y pies. Consiguieron correr tras uno de los individuos y retenerlo hasta que llegó la Guardia Civil y lo identificó como J.P.R, de 50 años y natural de Ourense. Hoy a las 10,00 horas pasa a disposición judicial en Carballiño. Continúa el dispositivo para encontrar al otro asaltante, que huyó. Según testigos, había otros dos individuos más en un coche. Las víctimas no sufrieron ninguna lesión.

“estoy mal del corazón"
Venían a tiro fijo. Es la opinión de los vecinos, de la cuidadora y también de Amalia y Manolo, que todavía no se han recuperado del susto. En el salón de casa, los dos descansan tumbados en el sofá. Ella ha tenido que tomar pastillas para dormir por la noche. "Yo estoy mal del corazón y no me fue nada bueno. Escuché a Amalia gritar y como ella se cae muchas veces me levanté y fui a la puerta. Allí ya la vi con uno de los encapuchados", cuenta Manolo. Creen que la puerta no tenía la llave puesta y por eso pudieron entrar. "Ellos nos decían que andaban huyendo de la Guardia Civil. Estaban buscando en los cajones. Quedó todo deshecho", dice. "Yo tenía dinero en carteritas pequeñas para ir gastando y las llevaron todas", dice Amalia. Noemi cuenta que además de la pistola, traían herramientas que le parecieron taladros y preguntaron por la caja fuerte. "Sin saber nada no venían aquí, porque por ese camino no suele venir la gente. Y era la una, que todo el mundo está en casa", dice Amalia. Se refiere al sendero que hay tras su casa y que solo conduce a unos huertos y a otra aldea. "Nosotros hemos tenido muchas cuidadoras y no sé...", deja caer Manolo, que también sospecha que los encapuchados sabían de la existencia de la caja fuerte. Manolo emigró a Panamá. Allí se labró su futuro durante 60 años, con negocios de mueblería y hospedaje. "Ahora solo quiero descansar y morir tranquilo". Amalia, aún nerviosa, pide a la cuidadora que cierre con llave la puerta. 

"Al señor le amenazaron con cortarle el cuello"

Noemi preparaba la comida cuando escuchó a Amalia gritar su nombre. "Entonces ya vi a uno de ellos. Me apuntó en la cabeza con una pistola y me dijo que estaban escapando de la Guardia Civil. Me tiraron al suelo y me sujetaron la manos con bridas. Querían la llave de la caja fuerte y yo ni sabía que había caja fuere. Pero me dijeron: 'No somos tontos y no estamos jugando'.  Al ver que no encontraron nada se llevaron unos 1.700 euros, relojes, mi móvil y me hicieron darle el pin de la cuenta del banco", explica Noemi, que logró verle los ojos y la nariz a uno de los individuos. Al que posteriormente reconoció por la ropa cuando los vecinos le retuvieron. Ella todavía se recupera del susto mientras cuida al matrimonio. "Fue como una película. No nos imaginábamos que algo así pasase aquí. Es un pueblo muy tranquilo y ahora todo el mundo tiene miedo", cuenta esta vecina de Barbadás, de 32 años. 
"Amenazaban al señor con cortarle el cuello y quemarle, pusieron un cuchillo caliente para quemarle. A mí me amenazaron un par de veces con darme un tiro. Como pude, logré salir y una vecina me escuchó gritar y llamó a los demás para que nos ayudasen", relata la joven. n

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