Opinión

Una nueva casta

La reunión del Consejo Ciudadano de Podemos tiene un objetivo: intentar volver a marcar el rumbo de la organización y cerrar las vías de escape que pueden dejar disminuida a la organización. Por eso después de declaraciones de algunos líderes podemitas calificando con dureza la decisión de Errejón y de Manuela Carmena de "pasar" de Podemos, ahora la portavoz de la formación morada, Irene Montero ha rebajado el tono de las declaraciones abriendo la puerta incluso a un acuerdo con el propio Iñigo Errejón. O sea que intentan llevar a cabo lo imposible: la cuadratura del círculo.
La realidad es que el espectáculo que están ofreciendo algunos podemitas roza el esperpento. Las traiciones, las afirmaciones rotundas que ellos mismos desmienten poco después, el temor a perder el territorio conquistado hace cuatro años, el afán de hacer de la necesidad virtud, les lleva a intentar que los ciudadanos acepten como lógico lo que está pasando.
No está de más recordar este refrán: no hay peor cuña que la de la misma madera.
Y de la misma "madera" parecían estar hechos aquel grupo de jóvenes que se hicieron con el santo y seña del 15-M organizando un "movimiento" que termino funcionando como un partido leninista y que se presentó con el nombre de Podemos.
Los mismos que acusaban al resto de los políticos, estuvieran en el partido que estuvieran, que eran parte de una "casta" a la que venían a derrotar y acabar con lo que calificaban con soberbia y desprecio "régimen del 78", han demostrado con creces que ellos también formaban parte de una casta, la suya, la que como digo habían puesto en marcha al calor del 15-M.
En los últimos meses algunos de sus líderes han demostrado que no se paran en mientes a la hora de luchar por el poder, que son capaces de conspirar y destruir a sus adversarios, pero no a los adversarios de otros partidos, sino con los que se disputan parcelas de poder en la misma organización, esos con los que les deberían de unir lazos fraternales puestos que forman parte de Podemos.
De los inspiradores, fundadores y primeros dirigentes de Podemos, esos que salían en las primeras fotos y eran amigos, no queda, como en una obra de teatro, ni el apuntador.
Bueno, Pablo Iglesias aún conserva la mayor parte de los resortes del poder dentro de Podemos, y sin duda los utilizará, pero su figura ya no despierta unanimidad ni acaso excesivo afecto entre los suyos.
En cualquier caso hay que decir que la "puñalada" que le ha propinado Iñigo Errejón a Iglesias es de las clásicas. Bueno, Errejón y Manuela Carmena, porque ambos han actuado con nocturnidad y alevosía no solo contra Pablo Iglesias sino contra Podemos.
Carmena se ha creído su papel y por tanto pasa de quienes la encumbraron y Errejón en realidad también actúa dentro de sus propios postulados, a él nunca le han ido los partidos tradicionales al uso sino los "movimientos populistas" guiados por una figura emblemática como Carmena o como en su día fue el propio Iglesias.
Tengo que decir que yo desconfío de las "figuras emblemáticas", de aquellos que se sitúan por encima de organizaciones políticas democráticas y que solo responden ante sí mismo y sus grupos de fieles. Prefiero la política clásica, la de los partidos al uso con sus propios contrapoderes internos.
Pero es evidente que eso ya no está de moda y que incluso un partido como el PSOE se ha contagiado de ese populismo que consiste en que todo gira alrededor del líder porque al líder le eligen directamente los militantes del partido y por tanto le sobran las estructuras y los contrapoderes del propio partido.
Tiene razón Alfonso Guerra cuando dice que no hay un "nuevo PSOE" sino que hay "otro" PSOE. A mí personalmente me inquieta este PSOE caudillista. Como me inquieta el caudillismo en cualquiera de sus manifestaciones, ya sea en la alcaldía de Madrid, o donde sea.
El populismo está impregnándolo todo y en mi opinión es una pésima noticia.

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