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Un partido por la reinserción

La plantilla del Campito posó en la entrada del Centro Penitenciario de Pereiro de Aguiar, justo antes de celebrar un partido muy especial.
photo_camera La plantilla del Campito posó en la entrada del Centro Penitenciario de Pereiro de Aguiar, justo antes de celebrar un partido muy especial.
El Campito disputó un encuentro amistoso frente a un equipo de reclusos en la cárcel de Pereiro de Aguiar
El deporte siempre es una solución. Para una vida sana, centrada y con valores. También como vía para una reinserción en la sociedad de los reclusos que, al fin y al cabo, es lo que busca el sistema penitenciario español. Que un error en forma de delito suponga una pena privativa de libertad por un tiempo determinado, pero que no se extienda en forma de rechazo social al salir de la cárcel. El Campito FS de Chapela puso el pasado domingo su granito de arena. Su colaboración para que un puñado de presos del Centro Penitenciario de Pereiro de Aguiar encuentren la forma de rehacer su vida al salir. Un reinicio. 
El equipo chapeleiro se desplazó a la localidad ourensana para enfrentarse a un equipo formado por reclusos del módulo 4 en un partido amistoso organizado por medio de un excompañero, interno en el centro. Ganó el Campito 4-7. Pero el resultado era lo de menos. Justo antes del pitido inicial hubo un intercambio de obsequios, con una figura realizada por los reclusos en sus talleres para el equipo naranja, que correspondió con una camiseta y varios balones, para que puedan seguir disfrutando del deporte en las instalaciones de la prisión.
El portero Juan Costas fue uno de los jugadores que vivió la experiencia. "Fue muy bonito reencontrarnos con nuestro compañero", dice, mientras explica que fue muy fácil organizar el partido.
"Al principio vas con las típicas dudas, pero desde el primer momento nos dimos cuenta de que todo iba a ir muy bien", detalla Juan. Así fue. Nada más entrar en el centro fueron recibidos por el director, el jefe de seguridad y el coordinador deportivo, que les agradecieron el gesto. De ahí al pabellón. "Según llegamos nos empezaron a aplaudir, a abrazarnos y a darnos las gracias uno por uno", destaca el portero, que resalta el exquisito respeto y educación con la que se disputó el partido. "Tienen el gracias en la boca permanentemente", añade Costas.
El módulo 4 del que forman parte los jugadores que se midieron al Campito se conoce como 'módulo de respeto'. Hay unas normas muy rígidas de tratamiento entre ellos basadas en la buena educación y en los modales. Es el primer paso para que los reclusos empiecen a reconstruir su vida, ya dentro del centro penitenciario. "Se acercaban con un cariño y una timidez increíble", explica el guardameta del conjunto chapeleiro.
"Entré con nervios pero salí viendo las cosas desde un punto de vista totalmente distinto", relata Costas, que tiene claro la importancia de "no juzgar a nadie" para tener una sociedad mejor. En ese sentido, es consciente de la importancia que el deporte tiene para que los reclusos mejoren su autoestima, aprendan el valor del trabajo en equipo, la importancia del respeto al compañero y al rival y también a uno mismo. "Se pasan horas entrenando, se esfuerzan muchísimo. Se ayudan entre ellos porque solo se tienen los unos a los otros. Son una familia", afirma Juan, que sabe de las andanzas de los reclusos por el contacto que mantiene con su excompañero.
Para terminar, destaca la intención de regresar a jugar más partidos. "En todo lo que podamos echar una mano, ahí estaremos", anuncia. Todo ayuda para que las condenas acaben al salir de prisión.n

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