Opinión

Un callejón sin salida

El enquistamiento de la crisis política y social que padece Venezuela se ajusta al perfil que señalaba Antonio Gramsci para poder hablar de tragedia. Cuando lo viejo se resiste a morir y lo nuevo no acaba de nacer. Eso es lo que está pasando ahora mismo en Venezuela. Apoyándose en los militares y en un segmento de la sociedad organizada en milicias chavistas, Nicolás Maduro resiste la presión de la calle y de los miles de manifestantes que reclaman su marcha respondiendo al llamamiento de Juan Guaidó presente interino del país.
El apoyo logístico que recibe de Cuba y el más amplio de Rusia y China en el plano diplomático le están permitiendo apuntalar al régimen chavista. Visto que más de cincuenta países han reconocido a Juán Guaidó como presidente interino comprometido con la convocatoria de elecciones libres, debería haber sido un argumento de peso para que la crisis hubiera entrado en cauces de razón. En vías de negociación. No ha sido así porque el Gobierno de Maduro actúa como un verdadero enemigo de al menos la mitad de los venezolanos. Los últimos acontecimientos -la liberación del líder opositor Leopoldo López por fuerzas uniformadas desafectas al régimen y la posterior llamada con promesa de amnistía formulada por el presidente Guaidó a los militares para que se rebelaran contra el Gobierno chavista no ha provocado el cambio esperado. Este movimiento que contaba y cuenta con el apoyo de Washington había sido concebido pensando en un efecto alud de nieve o de brecha en una presa. Pero el cálculo falló. Maduro aparece una y otra vez en la televisión rodeado del generalato y la plana mayor de las Fuerzas Armadas. Lo que puedan hacer en los próximos días las unidades de tropa es una incógnita. Mientras tanto, las manifestaciones populares de uno y otro signo se suceden y los paramilitares chavistas motorizados siembran el terror atacando a los concentrados partidarios de Guaidó. A todo esto, sabido que Leopoldo López se halla refugiado en calidad de huésped en la residencia del embajador de España, a nuestro Gobierno se le complica la gestión diplomática del caso. El Ejecutivo de Pedro Sánchez reconoce a Juan Guaidó como presidente interino legítimo, pero Maduro, con el reconocimiento de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores, mantiene abierta la Embajada de Venezuela en Madrid circunstancia que contribuye a crear una situación que invita a proceder con suma cautela a la vista de que la crisis que lleva trazas de asolar a Venezuela no apunta una salida pacífica ni tampoco cercana. Estamos ante un callejón sin salida.

Te puede interesar