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Los tropiezos en el paso al eléctrico

Al no usarse por vehículos eléctricos, con el paso del tiempo, otros automóviles han adoptado sus espacios.
photo_camera Al no usarse por vehículos eléctricos, con el paso del tiempo, otros automóviles han adoptado sus espacios.
Durante los últimos años, en la ciudad se ha buscado dar el impulso a los vehículos eléctricos con la instalación de ‘electrolineras’, aunque el paso del tiempo ocasiona que muchos de estos puntos se encuentren descuidados
Ante las subidas en los precios de los carburantes fósiles, para muchos conductores la elección de un vehículo eléctrico es sinónimo de futuro, aunque las limitaciones que pueda traer consigo a corto plazo sean significativas ante el escaso número de estaciones de recarga, también conocidas popularmente como ‘electrolineras’. En Vigo, a lo largo de los últimos años se han visto iniciativas que han intentado establecer este tipo de lugares en zonas de acceso público, párkings, centros comerciales o en recintos privados de grandes empresas para el uso de sus trabajadores. Con el paso del tiempo, el “boom” de las ‘electrolineras’ ha dado paso a algunos  lugares desiertos y que bien podrían representar al “fantasma de la conducción del futuro”. 
Iván Tielas es el delegado en Galicia de la Asociación de Usuarios de Vehículos Eléctricos (Auve) y hasta hace poco residía en la ciudad. Actualmente establecido en Covelo por las dificultades para recargar su vehículo eléctrico en la ciudad, reconoce que “no existen suficientes puntos para poder cargar la batería del coche, son estaciones de carga no muy rápida y existen ‘electrolineras fantasma’ que, por la falta de mantenimiento, hoy en día son inservibles”. Uno de estos casos es el de las estaciones de recarga del puerto de Bouzas. Inauguradas en diciembre de 2010, su puesta en marcha supuso la instalación de la primera red de ‘electrolineras’ implantada en una terminal portuaria de España. Los puntos de carga eran de la empresa Bluemobility –compañía viguesa que solicitó el concurso de acreedores en 2013 y desapareció un año después–y para poder utilizarlos solamente se necesitaba una tarjeta-monedero. La Autoridad Portuaria invirtió en ese proyecto cerca de 54.000 euros, de los que la Xunta aportó 24.000 a través del Inega. Hoy, ninguno de los puestos funciona, ya sea por la falta de mantenimiento en los últimos años o porque el plan de crear esta estación de carga se adelantó demasiado a los tiempos, los puntos de carga se encuentran con cables y pantallas rotas, utilizando su espacio reservado a vehículos eléctricos para el aparcamientos de automóviles con motores de combustión.
Estas estaciones de recarga aparecen como operativas en aplicaciones como Electromaps, donde se indican las ‘electrolineras’ disponibles en un mapa, aunque luego llega la sorpresa de los conductores, quienes “se ven completamente perjudicados por esta falta de mantenimiento”, reconoce el delegado gallego de Auve. Estos puntos de recarga suponen un tropiezo más en el camino hacia una conducción sostenible, como la estación situada junto al Concello para recargar el microbus eléctrico que recorrió durante pocos meses el Casco Vello, una petición del BNG en la época del bipartito en el Concello. Aquel vehículo no aguantó las cuestas de la ciudad y acabó calcinado en el parque móvil de Lavadores por la combustión de sus baterías, todo ello tras un elevado coste de compra –cerca de 450.000 euros– y de mantenimiento .
Donde sí se pueden encontrar ‘electrolineras’ en perfectas condiciones es en la factoría de PSA Vigo en el polígono de Balaidos, disponible para los trabajadores de la planta; así como en párkings o centros comerciales, aunque en este caso se traten de estaciones de carga relativamente lentas que obligan al conductor a esperar cerca de dos horas para que la batería de su vehículo esté cargada por completo. 

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