Opinión

Semana Santa 2019: ¡Correos y correos!

¡Ya arriban las merecidas y deseadas vacaciones de Pascua! Es una época excelente para gozar de la religiosidad de nuestros pueblos y de nuestras gentes, aunque sea desde un punto de vista laico, preguntándonos qué clase de espiritualidad heredamos y transmitimos, tan amante del dolor de la pasión.

Habrá quien guste de enviar postales de recuerdo a familiares y amigos. ¡Para eso está la Sociedad Estatal Correos y Telégrafos!, un caso modélico de evolución empresarial implementada a través de llamativas transformaciones.

Una sorprendente medida para revitalizar la empresa durante la pasada (?) crisis económica fue decretar que el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) quedaba exento en la mayoría de sus servicios, lo cual no conllevó la lógica reducción de precios, sino que, abonando el mismo importe, el empresario o profesional ya no pudo desgravarlo en sus declaraciones.

Con todo, no es esta alteración la más relevante. Ahora se ha transmutado en una Sociedad Estatal de Correos y Telégrafos panhispánica, abierta a las influencias de Latinoamérica. En Buenos Aires usted puede remitir una carta certificada que le matasellarán con la fecha de dos días antes, y si solicita que le estampen la correcta le responderán que esa cuestión «carece de importancia». Y en La Habana, al hacerse un envío a su propio domicilio en la ciudad comprobará que tardará más de un mes en llegarle. En contrapartida, no habrá ningún error en la data del matasellos: ¡vendrá sin matasellar!

Para nuestra suerte, el Reino de España es un Estado moderno. Por ejemplo, si es titular de un apartado de correos en la Oficina Principal de la madrileña plaza de Cibeles, en Navidad tendrán el detalle de dejarle en él publicidad de una marca de vinos, cuando usted lo paga para recibir su correspondencia. Es cierto, puede presentar una queja formal por escrito; y la empresa puede no molestarse en contestarle.

Y si recibe periódicos en su apartado algunos empleados los introducirán en el cajetín con calzador, a pesar de que la diferencia de tamaño entre uno y otros es manifiesta. El resultado será que los encontrará hechos un tejeringo, cuando podría haberlos recibido en perfecto estado si hubieran utilizado una «reja» o contenedor que existe exprofeso para depositar los envíos de gran formato.

Los acuses de recibo se pierden sin ninguna explicación más allá de que son tan pequeños que es fácil que se extravíen. Tal vez debido e ello, últimamente al recibir un certificado con uno de estos avisos se los entregarán juntos, cuando deberían separar el acuse y hacérselo firmar para retornarlo al remitente. El cliente responsable deberá advertir al trabajador de la omisión, puesto que los avisos de recibo son una prueba trascendental en los procedimientos judiciales y su pérdida puede acarrear graves perjuicios.

Tampoco es infrecuente hallar en el buzón cartas a nombre de otra persona. Lo más habitual es que el destinatario sea un usuario colindante, hecho que aprovecharán los empleados para justificar su equivocación con el argumento de que los cajetines están tan próximos que el yerro es casi inevitable. De nuevo, si estamos atentos y somos conscientes de la importancia de la correspondencia personal, procederemos a devolverla inmediatamente para que sea ubicada en el lugar que le corresponde.

En definitiva, el cambio fundamental consiste en que el ciudadano ya no tiene la seguridad de que sus envíos llegarán a su destino ni cuándo lo harán, ni tampoco si recibirá los que a él le hacen.

Todos estos desaciertos se deben a la política de contrataciones adoptada por la Sociedad Estatal Correos y Telégrafos, caracterizada por una elevada rotación sustentada en contratos de breve duración. Se trata de dar trabajo a muchas personas durante poco tiempo.

Esta política podría, acaso, loarse si no fuese que la empresa no dedica ni un solo euro, ni un solo minuto, a la formación de estos trabajadores. Hace años, los funcionarios además de tener que realizar las preceptivas pruebas de conocimientos, una vez superadas recibían una instrucción práctica que incluía la supervisión de su labor para corregir los errores que pudieran cometer antes de ejercer cara a la ciudadanía.

Un país avanzado, civilizado, se identifica por el irreprochable funcionamiento de su servicio público de correos y por la impecable limpieza de los baños y lavabos de uso público. En el Reino de España, hasta no hace mucho, disfrutábamos de un Correos eficiente; en la actualidad, padecemos a un autocomplaciente correos.

Sobre la higiene de los lavabos y baños de uso público quizás escriba algo en otra ocasión. Quizás…

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