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¿Quién me mandaría?

Uno de lo participantes desciende por el sendero que discurre por la Costa da Vela hasta Cabo Home.
photo_camera Uno de lo participantes desciende por el sendero que discurre por la Costa da Vela hasta Cabo Home.

Álvaro Prieto y Beatriz Fernández ganan en Cangas una prueba entre lluvia, niebla y sol

¿Quien me mandaría a mí? ¿Por qué me meto yo en esto? ¿Qué hago aquí? Y otras preguntas similares golpeaban en mi cabeza el pasado domingo entre las 8:00 de la mañana y las 10:30. 
El océano Atlántico, la evaporación del agua, la circulación atmosférica y demás elementos que componen el planeta tierra habían decidido enviar a la costa gallega una borrasca invernal en el final del verano. Cualquier otro domingo del año estaría pegando media vuelta en cama mientras escuchaba el tintineo de las gotas sobre el cristal de la ventana. Pero era 13 de septiembre, estaba camino de la Costa da Vela bajo una lluvia importante y la primera mojadura me llegaba nada más bajar del coche para poner las zapatillas y la camiseta de correr. ¿Quién me mandaría?
Minutos después llegaba al destino gracias a la colaboración de una voluntaria, ¿qué sería de nosotros sin los voluntarios? En la nave del Club de Mar Ría de Aldán había un buen grupo de atletas aficionados esperando. Unos a la salida de la prueba, otros para empezar a calentar y, los menos, esperábamos a que escampara un poco para que los 21 kilómetros no se convirtieran en una tortura con vistas al mar. De sufrir, que sea en un lugar bonito. 
Un poco después del café y mientras unos y otros se ponían a correr con todas las ganas de las que yo carecía me dirigí a la salida y esperé debajo de un toldo al inicio de la prueba. Por suerte, parecía que la lluvia amainaba y así me metí en medio del pelotón que partía por la costa de Aldán. Pronto llegó la escarpada subida camino del Monte Facho y la siempre imponente vista de la Costa da Vela. Allá, a lo lejos, entre la niebla estaban las Islas Cíes mientras mi transitar era lento, más de lo esperado y entrenado, y otros participantes me adelantaban. Mi cuerpo trataba de entrar en calor. Y así, cuesta arriba, cuesta bajo, paso por la arena de Barra, este año sin bañistas desnudos por razones meteorológicas, llegué al avituallamiento de Liméns. Allí, un participante me preguntó ¿cuánto queda, que voy mal? Le dije que unos cuatro kilómetros. Podría decirle que yo iba bien, que sólo tardé unos 15 kilómetros en entrar en calor...
Algo más de dos horas después llegué al destino y ya brillaba el sol. Pasé a unos cuantos atletas en el tramo final. El generoso avituallamiento y la ducha caliente gracias al campamento montado por el ejército me devolvieron a la vida. Aunque lo mejor fue el masaje, que se calificaría de celestial. 
Según la clasificación, ganaron Álvaro Prieto y Beatriz Fernández. ¿Quién me mandará en 2016?n

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