Opinión

El PSOE y la "realidad nacional de Cataluña"

El nuevo bandazo en el programa electoral del PSOE, del que inicialmente desaparecían las referencias a un modelo de Estado Federal, ahora recuperadas, para responder a “la singularidad de Cataluña”, supone, al reactivar las llamadas Declaraciones de Granada (2013) y de Barcelona (Pacto PSC-PSOE), de 2017, el reconocimiento de aquella comunidad como una entidad nacional, como se desprende de la Declaración de Barcelona que concluye de modo inequívoco en ese sentido, incluida la reforma de la Constitución para lo  que se llama el “encaje de Cataluña en España”.
El PSC ha recordado a su central los compromisos federalistas de las declaraciones citadas que, en principio, no iban a figurar el programa electoral, de modo que el Doctor Pedro Sánchez, no sólo ha cambiado el lema del electoral del partido que era “Ahora gobierno ahora España” por “Ahora sí”, sino que ha anunciado que en el programa electoral incluirá tales declaraciones y las propuestas federalistas y un reconocimiento expreso, aunque se disimule de la singularidad de Cataluña y sus efectos. 
La Declaración de Barcelona concluye:
“Esa reforma constitucional deberá contemplar, en lo que se refiere a la organización territorial del Estado, al menos cuatro grandes cuestiones: El reconocimiento de las aspiraciones nacionales de Cataluña; unas nuevas reglas para el reparto competencial que mejoren el autogobierno de la Generalitat desde el respeto y la lealtad institucional; un acuerdo sobre la financiación autonómica que dote de recursos necesarios para el sostenimiento de las grandes políticas públicas; y el establecimiento de un Senado federal como mecanismo de representación territorial de las Comunidades Autónomas facilitando así su participación en la toma de decisiones en el ámbito estatal”.El acuerdo interno profundizaba en la llamada “Declaración de Granada”, de 2013, en el que el PSOE fijaba su política autonómica, sobre el que siempre se proyectaba lo mismo: el camino para resolver el conflicto territorial con Cataluña.
La Declaración de Granada, firmada por el llamado Consejo Territorial el 6 de julio de 2013, se definía como “Un nuevo pacto territorial: la España de todos”; pero de su lectura atenta se desprende en cuestiones esenciales que lo que se trata es de buscar alguna salida al problema catalán, a costa de severas concesiones, como desarmar al Tribunal Constitucional para que no pueda introducir modificaciones en un estatuto que ha sido refrendado por los votantes del territorio al que corresponda, aspecto que se matiza, pero que resulta del todo imposible. Es evidente en este documento que se trata de evitar que, como ocurrió en 2010, el Constitucional apee del Estatut futuro, cuestiones como dotar a Cataluña de un poder judicial autónomo o de que el Estado no pudiera legislar para aquella comunidad incluso en competencias no cedidas.
Pero la Declaración de Granada es muy contradictoria, puesto que, mientras por un lado afirma que los ciudadanos deben ser iguales en derechos, sin privilegios ni excepciones con independencia donde residan, en su declaración final anota: “Necesitamos reformar la Constitución para incorporar los hechos diferenciales y las singularidades políticas, institucionales, territoriales y lingüísticas que son expresión de nuestra diversidad”.
España ya es de facto un estado federal, donde algunas comunidades tienen más competencias que los länder alemanes o las regiones italianas u otros modelos. Cabe recordar que el actual modelo de Estado Federal de Alemania fue el resultado final como solución impuesta por Estados Unidos y e Inglaterra, si bien en principio, el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Morgenthau Junior, presentó un plan que lleva su nombre y que consistía en reconvertirla Alemania en un territorio eminentemente agrícola y ganadero, formad por pequeñas porciones que no formaran propiamente una nación  Plan que no se aplicó,  lo que permitió el resurgimiento económico del país sobre una nueva conciencia nacional, la división en dos Estados hasta 1990, y la pérdida de territorios propios como Silesia, Pomerania y Prusia Oriental. O sea, que el modelo alemán surge como consecuencia de la II Guerra Mundial para evitar que Alemania pudiera volver a las andadas, nada que ver con la situación actual de España.

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