Opinión

PP sin norte ni concierto

Mariano Rajoy era el principal factor aglutinante del PP. Y Núñez Feijó, quien guardaba el potencial de seguir aglutinándolo. Con la dimisión de uno y la renuncia del otro, el PP queda expuesto a una catarsis de imprevisibles consecuencias.
La palabra es desconcierto. Es decir, falta de asidero común en el que concertarse para mantener el partido como alternativa creíble de retorno al poder. El desafío consiste en volver a encontrar un norte hacia el que dirigirse. Así que, desconcertado y desnortado. Esa es la foto del PP en vísperas de la catarsis.
¿Para bien o para mal? Lo sabremos después del 5 de julio (votan militantes). En su caso, después del 21 de julio (votan delegados). Las pistas sobre el desenlace las iremos encontrando en la disputa interna, garantizada en el número de aspirantes.
Esa disputa venidera es legítima y absolutamente democrática. Nunca como ahora estuvo su militancia tan empoderada ni fue tan libre para decidir el futuro del PP. Pero en esa falta de costumbre puede estar el impulso renovador de un partido abandonado a su suerte de forma inesperada por Rajoy y por quien estaba llamado a convertirse en su sucesor natural.
El riesgo es que ese impulso decaiga por los personalismos. La necesaria pugna sobre ideas y objetivos políticos se achicaría en empobrecedores alineamientos en favor de tal o cual candidato por razones ajenas al debate ideológico y programático. Véase como, ya cerrado el plazo de presentación de candidaturas, se vislumbra una polarización en torno a dos nombres de mujer. El de Soraya Sáenz de Santamaría, que desembarca en la campaña cargada de experiencia como copiloto institucional del Gobierno de la nación. Y el de Maria Dolores de Cospedal, que desembarca cargada de experiencia como copiloto en la cabina de mandos del partido.
Soraya, con mas apoyo mediático y poca vida de partido. Cospedal, con menos apoyo mediático y más proximidad a la militancia. Ambas de equidistante proximidad al aún presidente del PP (el relevo formal se producirá en el congreso extraordinario de los días 20 y 21 de julio).
Pero todo eso puede ser ya irrelevante tras el mutis de Rajoy y el desmarque de Feijóo. Es lo malo, o lo bueno, de situaciones políticas sin precedentes (Véase lo ocurrido en el PSOE con la pasión, muerte y resurrección de Sánchez).
Los elementos indeseables de un escenario de este tipo en la vida interna de un partido (proceso sucesorio por brusca vacante en la cabina de mandos), son las posibles heridas de la confrontación. Si los candidatos-as no se esfuerzan en evitarlas, la marca se resentirá con toda seguridad en las elecciones municipales, autonómicas y europeas de la primavera del año que viene.

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