Opinión

Polvo de estrellas

La competición política tiene una cara de aportación a la Humanidad que claramente mira al cielo como búsqueda constante de explicaciones y soluciones para una sociedad cada vez con más necesidades. Esa lucha hizo que la carrera espacial culminara con la hazaña de Neil Armstrong, Buzz Aldrin, Michael Collins y la experiencia y profesionalidad de ingenieros y operarios de la NASA. Aquel acontecimiento fue el estreno de la televisión ejerciendo su principal función como medio de comunicación de masas. Hoy estamos en una nueva etapa de interés político para reivindicar el dominio del espacio por parte de Estados Unidos frente a competidores nuevos como China o India.
El presidente Trump planea llevar a la primera mujer y al próximo hombre a la Luna en el 2024 y en 2028 se propone que allí exista una base para lanzar misiones a Marte. En el polo sur de la Luna parece confirmado que hay agua y ahí se asentarán las primeras colonias que supondrán la plataforma para llegar al planeta rojo, interesante por las explotaciones de sus recursos mineros.
Nunca falta un gallego y en la empresa aeronáutica del futuro, y bien posicionado desde hace años, encontramos a Antonio Carro, hombre de la NASA en España. Es el responsable del seguimiento de todos los vehículos que la agencia del gobierno estadounidense envía al espacio desde la estación madrileña de Robledo de Chavela; una de las tres estaciones de seguimiento que se comunican y reciben datos de todas las misiones de la NASA en el espacio profundo. 
Como estrellas que somos, y no es un símil al estilo Neruda o Rubén Darío, estamos en el momento de aprovechar el inicio de curso para reivindicar que la astrofísica es tan necesaria en la Enseñanza como las matemáticas y la música. Divulgar de dónde venimos es mensaje necesario para tener una visión real del siglo veintiuno, un siglo que se nutre en el cielo como el mejor ejemplo de lo que ha dado de si el desarrollo de las nuevas comunicaciones. Al fin y al cabo somos polvo de estrellas, átomos de hidrógeno que del interior de una de ellas han evolucionado hasta ser materia con vida. Ignoramos tanto de nosotros mismos que sólo alzamos la mirada para buscar explicaciones que la tierra no nos da. Es en las alturas donde se asienta la más completa biblioteca; aunque vivamos de espalda a tan rotunda realidad; y en ella se alberga el pasado, presente y futuro de la existencia. Ahí está la verdad que no se equivoca nunca y obligados vivimos para divulgarla desde la Enseñanza, que  tiene los medios para mostrar al planeta tierra su pasado y lo que le espera, sin filosofías y con la Ciencia como estandarte de las muchas miradas puestas ahí arriba. Los gallegos tenemos observación privilegiada y se llama Antonio Carro, Tony Carro. Con él admitir ser polvo de estrellas es toda una clase de poesía y luminosa subsistencia. Nos pone los pies en la tierra y la visión en el infinito.

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