Opinión

"NS/NC"

Se hace célebre en las encuestas un apartado más de las respuestas a las preguntas de los entrevistadores. Y tras esa sección se esconden muchas incógnitas y en definitiva los que así responden, después en las elecciones son en realidad los que dan vuelcos al recuento de los votos. Tal vez sea una respuesta muy gallega, la de aquellos que, según Pío Cabanillas, están en el rellano de la escalera y se desconoce si suben o bajan. Buena definición de aquel gran político pontevedrés con tantas raíces ourensanas.
Pero, colocados en ese también “estado de opinión” podemos observar cómo en los juicios, sobre todo ahora, es la postura de muchos encausados. Se niegan a responder unos; pero sobre todo lo que más llama la atención es que lo desconocen todo, sin recordar: nada saben ni conocen del tema que les ha llevado al banquillo. Es paradójico que un panadero, metido en harina todo el día, después responda que ni sabe con qué se hace el pan. O el que así responde es tonto o pretende que quienes le escuchan así lo sean. Nos quieren hacer idiotas y analfabetos a todos los demás. Sin duda alguna es la inmensa tarea y compromiso que recae sobre los jueces y fiscales al tener que descifrar los enigmas de ciertas posturas.
Y en el problema de los corruptos hay defensas que son difíciles de sostener desde cualquier punto de vista y cuando se trata de dinero mucho más todavía. Responden cuando se les antoja y, lo que es peor, a veces lo hacen echando culpas y encontrando argumentos en contra de los que le atacan y muy faltos de base. Porque para defenderse de cualquier acusación lo necesario es moverse en la verdad que es la que en definitiva les hará libres, y nunca el silencio y la complicidad. Basta que repasemos la situación actual de los tribunales españoles para comprobar cuanto de esto existe que, en definitiva, a lo único que conducen es al desprestigio de esos llamémosles “silenciosos de conveniencia”. 
Y en esta tesitura y por estas posturas se están dedicando inmensos espacios en los medios de comunicación. Llegan a desconocer evidencias, a olvidar obviedades y a ignorar hechos comunes y públicos. Y esto tienen que aguantar los tribunales en interminables sesiones de juicios. ¡Ardua tarea la de los tribunales que procuran ser rectos y amparan las leyes!
Todo esto que en general es una táctica, adquiere proporciones elevadas cuando los encausados son miembros de la cosa pública. Es decir, cuando supuestamente han sido elegidos para regir los destinos de pueblos, ciudades y países. Que en el tema de la corrupción que tanto pulula en el ambiente, ciertos señores llegados a la política posiblemente para enriquecerse “a costa de”, lo desconozcan todo es inverosímil. En el ambiente están casos de todos conocidos en todas partes y que están haciendo perder horas, energías y páginas. Sería de desear celeridad a la justicia para eliminar a tanto personaje que da la impresión de que está al borde del alzhéimer, porque se les ha borrado casi todo en su mente. 
Es cierto que el tema es de los tribunales para que los gobiernos nunca se inmiscuyan. Pero igualmente es cierto que los gobernantes deben mirar por el bien del pueblo y tratar de cumplir y hacer cumplir a rajatabla las sentencias de los tribunales con prontitud. Los problemas que se dejan pudrir en los despachos nunca conducen a nada bueno. La política del “laisser faire, laisser passer” insinúa indolencia, lo cual constituye un gran freno para la marcha de cualquier institución.

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