MARÍA ORUÑA Autora de “El bosque de los cuatro vientos”

“La novela no hace un recorrido turístico, sino histórico, pues los objetos portan la memoria”

María Oruña presentó “El bosque de los cuatro vientos” en Santo Estevo.
photo_camera María Oruña presentó “El bosque de los cuatro vientos” en Santo Estevo.

La expectación era máxima en las redes sociales entre los lectores de María Oruña. Este martes llegó a las librerías “El bosque de los cuatro vientos”, la última novela de la viguesa. Ayer la presentó en el lugar donde todo transcurre, el Mosteiro de Santo Estevo y sobre su nueva propuesta literaria habló para los lectores de Atlántico.

Tal y como se comprometió hace dos años, en esta ocasión dejó a la inspectora Valentina Redondo para contar una historia de Galicia.
Continúo con la serie de Valentina, pero hice un paréntesis para escribir lo que le debía a Galicia. Llevaba muchos años en mente y sabía que iba a ser así.
La localización de los hechos, en un monasterio de la Ribeira Sacra, tiene mucha fuerza en la trama. ¿Qué fue antes el escenario o la historia?
Muchos lectores ya me han escrito, incluso sin haber acabado la novela, para decirme que están deseando viajar a la Ribeira Sacra. Pero lo fundamental para mí es la leyenda de los nueve anillos, que sucede en el interior de Ourense. El hecho de que sea en la Ribeira Sacra es accesorio. Lo importante era el monasterio de San Estevo y la leyenda de los nueve anillos, podría haber estado situado en cualquier otro lugar. Está muy relacionado con el mensaje que quiero transmitir, la revalorización del patrimonio tanto material como inmaterial.
¿Cuándo entró en contacto con la leyenda de los nueve anillos?
Conocí Santo Estevo antes de que fuese parador, en 1996, durante una visita con unas amigas. Estaba aún en ruinas. Me fascinó de forma inmediata. Volví después, cuando ya estaba rehabilitado, me impresionó especialmente el claustro de los obispos. Ese día escuché la explicación sobre la leyenda de los nueve anillos que hacía un guía a su grupo de turistas. Ahí se quedó. Yo aún ejercía de abogada. Con el tiempo se fue cociendo el proyecto y hace dos años llegó el momento.
Recoge muchos datos históricos, muchos lugares y leyendas tanto del monasterio como de la aldea de Santo Estevo. ¿Cuánto tiempo estuvo inmersa en esa atmósfera?
En la novela hay más de un año de documentación, pero quiero dejar claro que no hace un recorrido turístico, sino histórico. En el lugar se pueden encontrar la Casa de la Inquisición o la Casa del médico, pero lo que me interesa es transmitir que los objetos son los que portan la memoria. Por eso incluyo el cuadro de “A habitación do mariñeiro”, de Lugrís, donde retrata a una persona sin que aparezca ésta. Por todo Santo Estevo está el escudo de las nueve mitras que hablan de ese pasado, o la vieja panadería, de la que solo queda la chimenea y los hornos, pero que da testimonio de la cantidad de personas que alimentaba el pan que allí se hacía.
Como en sus anteriores novelas, el pasado se mantienen en el presente. “El bosque de los cuatro vientos” vincula la vivencia de Marina Vallejo, de 1820, con la de Jon Becquer, de 2019. ¿Existe algún referente histórico en estos personajes?
Aunque nombró lugares conocidos como la farmacia de Porta do Sol, los personajes surgen de la nada. Algunos de los tratamientos que ofrecen los monjes son recogidos de ocurrencias reales para tratar males como la diabetes, así lo recoge en las notas finales. También incluyo guiños al siglo XIX como el apellido de Jon Bécquer, con él hago referencia al escritor romántico que fue amigo de Rosalía de Castro y se carteó con ella.
Las localizaciones de los libros del Puerto Escondido responden a los escenarios de su familia paterna. ¿También tiene vínculos con estos lugares?
En la novela hay tres escenarios fundamentales: Santo Estevo, Oseira y Ourense, solo está ambientada en esta provincia. Mi familia es de la otra orilla de la Ribeira Sacra, la de Lugo. Conozco perfectamente los ‘soutos’ de Chantada, llevé allí a las vacas a los prados y viví la matanza. 
Choca un poco que en una novela con un alma tan gallega, el protagonista sea de fuera. ¿Tiene un motivo?
Lo suelo hacer en mis novelas, en Puerto Escondido, era un inglés que llegaba a Cantabria. Es muy práctico para los lectores, ven a través de sus ojos. Todo es nuevo para el protagonista. Bécquer, un madrileño, se sorprende de cosas que los gallegos vemos normales. Al principio hasta llega a caer mal, parece salido de un universo a años luz.
El cambio de ritmo en la narración es otro de sus recursos habituales.
Con el ritmo consigo que el lector baile conmigo y entre en ambiente. Es imposible para mí explicar qué es la morriña, mostrar la importancia del patrimonio inmaterial o idiosincrasia gallego, pero puedo conseguir que se adentren en el ambiente que experimentan Bécquer y Marina.

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