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La navegación bajo cubierta

Fidel Fernández Barroso dirige la empresa viguesa SAF, especializada en barcos de remo y piragüismo.
photo_camera Fidel Fernández Barroso dirige la empresa viguesa SAF, especializada en barcos de remo y piragüismo.
Fidel Fernández se acerca al centenar de bateles fabricados con el  ojo puesto en el piragüismo y el banco móvil 

Fidel Fernández Barroso (Vigo, 54 años) encontró en la fibra de vidrio, el poliéster y demás elementos utilizados en el mundo de la náutica su modo de vida. Y descubrió su camino de la mano de sus aficiones. En un primer momento, a partir de las tablas de windsurf porque "las que tenía eran prestadas y quería una mía". Tenía trece años y ahí surgió su primera salida profesional al trasladarse a Tarifa y, apaciguada la juventud, regresó a Vigo. "Comencé a dar clases en cursos para desempleados y demás", explica. Pasó del windsurf al remo bajo la batuta de Arturo Abruñedo en el Náutico de Vigo. "Me picó para hacer un barco. Sabía que yo me dedicaba a la fibra", recuerda. Fue su segundo momento clave porque aquello terminó siendo su modo de vida. "Competimos con el batel en el Campeonato de España y, al terminar, ya me lo compró Virxe da Guía. Todavía sigue hoy navegando", rememora el empresario. 
En aquel instante, todavía no lo era ya que "los primeros barcos los hice por mi cuenta, pero después ya tuve que formalizar todo". Su tercer y cuarto batel resultaron una consagración porque el pedido llegó por parte de José Manuel Francisco, el histórico entrenador moañés que en aquellos años dirigía Astillero. Probablemente, el segundo técnico con mayor prestigio en aquel momento, sólo superado por José Luis Korta. Surgió la demanda, el pedido, y también el resultado ya que "los bateles son buenos, navegan bien". Más de una década después, los números así lo indican debido a que Fidel Fernández Barroso entregó este mes el batel 92 de su creación. "Al llegar a los cien, quiero hacer una regata e, incluso, regalar el barco. Como promoción", explica. 
La nomenclatura de su empresa está ligada al origen. Se trata de SAF, que es "Sociedad Arturo Fidel, aunque nunca fuimos socios ni nada, pero ahí quedó. Y la dejé". Su responsable acudió como cada año al Campeonato de España de bateles, que en 2020 se disputó en Meira el primer fin de semana de este mes. "Tengo que hablar con gente allí porque me pidieron dos barcos más. En los últimos años, los principales clientes son los clubs vascos. Menos Hondarribia, que no compite en barcos pequeños, al resto ya le vendí. Ahora ya tento encargos de Santurtzi, Isuntza y Kaiku". Antes fueron los de Galicia y, en medio de todo ello, una particular guerra comercial con Amilibia, el gigante del mundo de la construcción de barcos de remo en España. "Me demandaron por plagio cuando hice una trainerilla. Perdieron todos los juicios y ahora estamos las dos firmas en el mercado", explica Fidel Fernández. El vigués, un hombre de remo, relata que "no le copié nada. Lo que sucede es que en el remo hay una normativa. No puedes pasarte de una manga, una eslora y una profundidad. Dentro de eso, el margen de movimiento es el que es, pero los diseños son diferentes". Fernández Barroso acertó en los bateles y en las traineirillas. Y, también, lo hizo en la parte empresarial porque "no moví el precio. El primer batel que vendí de los buenos de todo, a Virxe da Guía, costó 5.000 euros. Ahora lo tengo en 5.500", explica. 
Eso sí, Fernández Barroso no se quedó parado porque en el barco pequeño, el batel, ahora, "dispongo de hasta tres modelos. Uno para la base, que es más económico, y otro que está en los 4.500 euros, que yo se lo recomiendo a los clubs. Igual no es tan fino como el caro del todo que es de fibra al 100%, pero para competir sirve perfectamente. Tanto para niños como para adultos". Precisamente, adaptar un modelo de batel a remeros altos y con peso fue uno de sus desafíos y Fernández Barroso expresa que "tengo dos modelos de bancada, uno más alto y otro más bajo, que es el de los sénior. Lleva el centro de gravedad más bajo y eso es positivo. En función de lo que precisa el club, yo me adapto". 
Porque, las medidas, los pesos y el diseño son clave y casi personalizados en un deporte donde cada gramo cuenta y así lo entiende Fidel Fernández. En su empresa se encuentran ahora tres trabajadores y explica que conseguir empleados no es fácil porque "gente que trabaje con fibras hay, pero tenemos que ser finos porque debes ajustarte al mínimo". Los bateles los saca entre 63 y 67 kilos, por lo que debe lastrarlos hasta los 70 de mínimo. La trainerillas las ajusta a 97 y, con el resto de elementos, está en los 100 kilos de mínimo, de forma que busca la manera de arañar unos gramos a un barco con poca demanda. "Está desaprovechado. Hay un mes de temporada con cuatro regatas para un barco que cuesta 11.000 euros", indica. 

Piragüismo y banco móvil
A pesar de los muchos títulos de España que obtienen los bateles y las trainerillas de su creación, la propia dureza del barco hace que obligue a abrirse nuevos caminos. A Guía continúa con los bateles que creó Fernández Barroso en sus inicios tras casi veinte años: "Ahora tengo muchas ganas de meterme en el piragüismo y el banco móvil. Ya hago reparaciones de ambos y también vendí las primeras piraguas. Además, los clubs me las piden porque en este campo no hay barcos para la base. No quieren gastarse 4.000 euros en una canoa para las categorías inferiores". Una faceta más en una línea empresarial en la que también se incluyen los encargos de todo tipo de objetivos en fibra y el resguardo invernal de embarcaciones en una de sus naves.  
Como asignatura pendiente, Fidel Fernández tiene el diseño de una trainera que también compita con Amilibia, pero "está aparcado. Es mucho riesgo porque la inversión es alta". Y el mercado es muy reducido. Uno o dos botes al año, con suerte.n

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