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La "raia" el Miño acusa las nuevas medidas anticovid de Portugal

Las terrazas de Vilanova de Cerveira, ciudad fronteriza con Tomiño, lucen medio vacías cada día, pues la afluencia de visitantes españoles ha caído en los últimos días
photo_camera Las terrazas de Vilanova de Cerveira, ciudad fronteriza con Tomiño, lucen medio vacías cada día, pues la afluencia de visitantes españoles ha caído en los últimos días
Las nuevas medidas implantadas por el Gobierno portugués la semana pasada para frenar los contagios impactan a las villas de "la raia", donde el fin de la temporada turística y el estado de contingencia han coincidido
 Las calles de Vilanova de Cerveira lucen vacías. Apenas unos pocos oriundos de la pequeña villa portuguesa que hace frontera con Tomiño pasean por la céntrica plaza, que se llena de gente en verano y fechas señaladas, tanto del otro lado del Miño como de la propia localidad.
Y es que el fin de la temporada estival ha coincidido con la implantación de nuevas medidas por parte del Gobierno portugués, que declaró la pasada semana el Estado de Contingencia y limitó el horario de apertura de los comercios, además de prohibir la venta de bebidas alcohólicas a partir de las 20 horas y las reuniones de más de 10 personas. 
Una de las medidas más criticadas, en especial en el norte del país, es la prohibición de abrir los locales comerciales antes de las 10 horas –las 11 en España–, pues exagera así el desfase horario que hay entre poblaciones que conviven a ambos lados de la frontera. 
Ese es el caso de Vilanova de Cerveira, que se encuentra separada por el Río Miño de Goián, en Tomiño. Allí, al igual que en muchas otras localidades fronterizas, españoles y portugueses son prácticamente convecinos y muchos comercios dependen, en cierta medida, de los clientes del otro lado de 'a raia'. "Con los españoles aumentamos un poco las ventas, los portugueses son más agarrados", comentan Sonia y Abigail, que despachan una carnicería en pleno centro de esta pequeña villa.
El mayor temor ante la nueva escalada de casos de covid en ambos países, que ha llevado a los dos gobiernos a tomar medidas más severas para evitar contagios, es que se cierre de nuevo la frontera: "Sería muy duro porque ya lo fue en su momento. Lo pasamos muy mal y cuando pudimos volver a abrir aquí fue mucho más difícil que en España", explica Isabel, tudense de nacimiento pero que regenta una cafetería en la principal plaza de Vilanova de Cerveira. 
Los habitantes de esta villa están ya acostumbrados a que las calles se vacíen con la llegada de septiembre, que hace que sus vecinos españoles sólo les visiten en los fines de semana. Pero la actual situación también vacía las calles en los días festivos. "Los sábados notamos que faltan españoles", explican Sonia y Abigail. El miedo a contagiarse se extiende a ambos lados de la frontera, aunque hay quien se muestra crítico con las medidas del ejecutivo luso. "Son un poco exageradas. No tiene sentido implantar las restricciones aquí porque al haber muy poca gente hay menos riesgo de contagios", advierte Ermalinda, que despacha en un estanco del centro de Vilanova. Y es que la situación epidemiológica del norte de Portugal poco tiene que ver con el de sus grandes núcleos de población. Pero por el momento, a raia tendrá que convivir con las restricciones.

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