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La medicina sagrada de los chamanes ‘cura’ en Vigo

Luis Carlos, junto con María Teresa que se ha sometido a varias ceremonias del Ayahuasa.
photo_camera Luis Carlos, junto con María Teresa que se ha sometido a varias ceremonias del Ayahuasa.
Quienes conocen las ceremonias del sapo bufo o la Ayahuasca descartan su peligrosidad y ensalzan sus beneficios. “No son drogas ni sustancias alucinógenas”

 La detención esta semana del actor porno Nacho Vidal en relación con la muerte de un fotógrafo durante una ceremonia de sapo bufo ha puesto en entredicho este tipo de ritos chamánicos.  Lejos de ser una novedad, hace años que este tipo de ‘medicina’ ancestral se exportó a Europa procedente   de los países del Amazonas y de México.  En Galicia existen varios grupos  dedicados a hacer retiros para participar en dichas ceremonias. 
El sapo bufo es una especie originaria de los desiertos de Sonora y de Arizona. Sus glándulas cutáneas segregan una sustancia que contiene dimetiltriptamina (DMT), la misma que la Ayahuasca, una mezcla de plantas del Amazonas.  Luis Carlos Lasso, conocedor y acompañante de ceremonias explica que “aunque ambas tienen la misma composición, en el caso del sapo es mucho más potente”. Él es originario de Colombia pero reside en Tui desde hace años y ha llevado a cabo decenas de ritos con Ayahuasca. “No son drogas sino enteógenos y  ninguno de ellos es peligroso ”, explica. Aunque nunca probó el sapo bufo, asegura que “los casos que terminan en muerte son muy aislados. Hay más en los hospitales” y descarta la acepción de alucinógenos. “La alucinación es una ficción”, mientras ensalza sus propiedades. “Son efectivas para abordar las adicciones y también para acabar con los síntomas de enfermedades graves. En mi país es una cuestión cultural, se consumen habitualmente, igual que la hoja de coca, no tiene nada que ver con la droga que conocemos”, afirma.
Luis realiza ceremonias “cuando me lo piden y no cobro por ello, son plantas que traigo de mi país. Yo soy artesano fabrico instrumentos, tambores”. Él asegura que es acompañante aunque quien acude él en ocasiones le llama ‘chamán’. En su caso, además de la Ayahuasca, utiliza el kambó, veneno de esta rana, como vacuna. “Es la vacuna, en mi caso  no he tenido ningún catarro, ni ninguna gripe nunca, por eso también sé que es efectivo para el  coronavirus”, afirma.
Explica Luis, que todas estas sustancias “hacen consciente el inconsciente y los efectos dependen de la persona”. La base para entenderlo está en que “todo problema de salud está relacionado con la mente y el cuerpo lo somatiza con una enfermedad. En estas ceremonias se puede llegar a descubrir el motivo por el que una persona está mal y a partir de ahí  comenzar la cura”.  “En algunas ocasiones se han llegado a descubrir abusos que habían sido olvidados, por ejemplo”, añade.
Quiénes han formado parte de las ceremonias no son capaces de explicar qué es lo que se siente, pero sí sus efectos. María Teresa comenzó hace dos años, primero, dice “haciendo un tambor”. Sus circunstancias en ese momento le llevaron a probar la Ayahuasca.  Estuvo enferma de cáncer, pasó por los tratamientos médicos oportunos  y también continuó con las sesiones, que ha realizado varias veces. Ahora, dice “estoy sana, estoy feliz y sin miedo. Esta terapia me ha ayudado a conocerme a mí misma”.
La Ayahuasca se bebe en infusión y sus efectos pueden durar horas, días, semanas o no tener. “Depende de cada uno”. En lo que sí coinciden María Teresa y Luis es que al principio “actúa como una purga, con vómitos y diarreas”, después como un sueño real.

"Es una sensación que no se puede describir"

 Vanessa sí probó el sapo bufo. “Fue hace un año más o menos en A  Coruña”, explicaba en Vigo.  Según dice, “no se puede explicar con palabras, es una sensación que no se puede describir. Decidí que era el momento por una adicción que tenía”. Hace unos meses conoció a Luis y “ahora llevo varias ceremonias de Ayahuasa y también con Kambó y es parte de un proceso en le que te hace ver la raíz del problema para su mejoría”.
Describe que mientras en el sapo bufo, todo es más rápido, “se fuma y los efectos pueden durar entre quince o veinte minutos”, con la Ayahuasa es más lento. 
En el caso del Kambó, Luis explica que éste se suministra por la piel, con una especie de pajitas “se  va levantando la piel para introducirla por debajo”.  “Duele un poco”, reconoce Vanessa, quien aunque prefiere mantenerse en el anonimato no le importa mostrar el brazo con las marcas de las incisiones que lleva hasta el momento, con “muy buenos resultados”. 
Tanto María Teresa como Vanessa llegaron a Luis por el “boca a boca”. “Tras las ceremonias, hablamos de lo que ha ocurrido, yo estoy allí con las personas que participan para acompañarlas y después interpretar lo que han sentido”.

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