Opinión

¿Mandar o servir?

Bien creo que entre unos y los otros están consiguiendo que el pueblo primero pase de la cosa política y más tarde llegue a odiarla. Hasta el punto de que llega siempre a mi memoria aquel genial Fernando Quesada en una de sus incomparables viñetas. Estaban dos insultándose el uno al otro. En el sumum de enfado, uno de ellos en plan de insulto le dice al otro: “¡Político!”. Por el camino que vamos, esta palabra va a ser una de las acepciones para insultar gravemente. Una de las “cualidades” de algunos supuestamente representantes del pueblo es precisamente la incoherencia. Dicen una cosa antes y luego prorrumpen en improperios contrarios a la mansedumbre manifestada anteriormente.
En la situación actual estamos asistiendo a verdaderos sainetes protagonizados por algunos. Ganar sabemos todos, pero perder ya es otra cosa distinta. Se habla primero de aquello de la lista más votada para, una vez recontados los votos, los perdedores quieren, con argumentos de todo tipo, participar en la tarta del triunfo. En el fondo es de lo que se trata: de sacar tajada. Les cuesta perder el sillón, irse a su casa y admitir la victoria del contrario.
Dichos los anteriores principios que todos aceptamos, vemos como en momentos de todo punto inoportunos patalean lo suyo para participar desde las alturas. Tengo muy claro que los partidos, las agrupaciones e instituciones de cualquier tipo se deshacen desde dentro con rencillas, divisiones y aspiraciones de muchos que se creen imprescindibles.
Pasa en todos los partidos, pero últimamente es notorio lo que ocurre en el PP, llamado a ser referente para la derecha española e incluso llamado “partido de gobierno”. Lo que ha ocurrido en esta formación ha sido de verdadero escándalo. La corrupción ha llegado a límites insospechados, y en el fondo debido a la prepotencia de algunos de los corruptos sin escrúpulos que se creían que esto era su finca, en la que se podía hacer lo que les viniese en gana. En el pecado han llevado la penitencia, aun cuando también han pagado justos por pecadores. Porque tengo muy cierto que dentro del partido de Génova hay gente con principios, seria y honrada que han visto empañadas sus gestiones por elementos en manos de la justicia o en la cárcel. Es la hora de la limpieza a fondo, porque si Fraga levanta la cabeza la armaría bien grande. Como limpieza está llamado a hacer el PSOE con los célebres ERE que tienen en el banquillo nada menos que a dos expresidentes andaluces.
Pues bien, y volviendo al PP, ha ganado Pablo Casado y a él corresponde tejer con los hilos que crea oportunos para el momento. Por eso la postura de la perdedora Soraya Sáenz de Santamaría retirándose a un lado la honra. Le toca a Casado organizar y tiempo será de pasarle factura si lo hace mal. Tratar de poner palos en sus ruedas o dictarle las actuaciones es improcedente. Máxime cuando Soraya se cansó de manifestar su buena disposición antes del XIX Congreso. Será muy buena, pero su hora tras su retirada parece estar por venir. Y, además, su estrecha vinculación al pasado la incapacita.
Si el PP quiere introducir aire fresco y recuperar credibilidad tiene que pasar página, erradicar las corrupciones, incluidos los célebres máster, y mirar al futuro con ideas y caras nuevas. La hora de Feijóo está aún por venir y la de Soraya ya pasó. Muy sabiamente el presidente gallego lo supo, quedando en la retaguardia con fidelidad a los gallegos que le han elegido. Solo la unidad, la nobleza de miras y la vista puesta en el bien de España será capaz de revitalizar al partido de la gaviota. Lo contrario, divisiones incluidas, sería condenarlo al ostracismo o al fin que tuvo la UCD.

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