MANUEL MARTÍNEZ Director de la Orquesta Clásica de Vigo

“MI MADRE TOCABA EL PIANO CONMIGO EN EL REGAZO”

Manuel Martínez, director de la Orquesta Clásica de Vigo.
photo_camera Manuel Martínez, director de la Orquesta Clásica de Vigo.

 Tomó posesión de su puesto como catedrático de violín en el conservatorio de Vigo en octubre de 1983 y en enero siguiente fundó la que hoy es la Orquesta Clásica de Vigo.

A día de hoy, con tres orquestas sinfónicas en Galicia, sigue siendo la única que forma cantera musical entre los alumnos de los conservatorios gallegos. Manuel Martínez Álvarez-Nava (Oviedo, 1957) lleva dirigiendo y enseñando al mismo tiempo desde hace casi treinta y cinco años y lo hace con la misma pasión que cuando comenzó, con veintiséis años. 

¿Qué le hizo inclinarse por el mundo de la música?
Pues yo vine a este mundo escuchando música. Mi madre tocaba el piano. Lo hacía incluso conmigo en el regazo. Cuando tenía tres años empezó a enseñarme música, de la misma manera y al mismo tiempo que mi padre me enseñó a leer y a escribir. Yo no lo considero algo anormal. En aquella época y en Oviedo había una gran cultura musical. Y con siete años empecé en el conservatorio. Antes de la edad reglamentaria, pero fue cosa de don Ángel Muñiz Toca, que era el director del conservatorio de Oviedo, además de director de la orquesta Sinfónica de Oviedo y amigo de la familia y se empeñó en llevarme año y pico antes de cumplir los nueve años que era cuando tocaba.

¿Su madre era pianista, entonces?
Mi madre tocaba el piano, pero no por profesión, sino porque le gustaba. La cultura musical en la década de 1950 estaba extendida, sobre todo en las mujeres. Formaba parte de su educación. Y fue así durante unos cuantos años más, porque cuando yo entré en el conservatorio, de catorce que éramos en clase de solfeo, yo era el único niño. Aprender música o canto te hacía parecer “rarito”, si eras un niño.

¿Y después del conservatorio?
Después del conservatorio, comencé como meritorio de violín en la Sinfónica de Asturias, con 17 años. Hice la mili en el gobierno militar de Oviedo como clarinetista, lo que me libró de ir al Sahara. En 1977, con veinte años saque mi plaza en la Sinfónica y seguí formándome en distintas como pude. Yendo a cursos, a festivales internacionales… y así hasta que acabé en Vigo, como catedrático de violín en el conservatorio tras sacar la plaza por oposición, en 1983.

Y al año siguiente funda la Orquesta Clásica de Vigo. ¿Fue la primera orquesta gallega?
Sí, la Orquesta Clásica de Vigo nace en 1984, como orquesta de Cámara del Conservatorio Superior de Música de Vigo. Me parecía importante, como profesor del conservatorio, que hubiese una joven orquesta, en la que los alumnos pudiesen ejercitar sus conocimientos y mejorar su formación. Comenzó como una pequeña orquesta de cámara y fue creciendo. En aquel momento no todavía no hay orquestas en Galicia. La orquesta Sinfónica de Galicia fue creada ocho años después, en A Coruña y la Real Filarmonía de Galicia, en 1993, en Santiago. 

Y de las tres, la única que era realmente gallega era la Clásica de Vigo. La única con músicos gallegos.
Tanto la Sinfónica de Galicia como la Real Filarmonía, se crean por decisión política, en un tiempo record, lo que significa que no se genera cantera para la formación de los músicos y tienen que venir en su mayoría de fuera. Paco Vázquez quería una orquesta para A Coruña y lo resolvió a golpe de presupuesto, convocando las plazas para la misma entre los músicos que ya estaban formados. Otro tanto pasó en Santiago. No pretendían formar músicos ni en Santiago bni en A Coruña, querían tener las orquestas. 
La nuestra es una orquesta formada por alumnos de los conservatorios de toda Galicia, muchos de ellos acaban siendo profesores en conservatorios tanto gallegos como de otros lugares, o profesores de música en bachillerato, o músicos, y en ella se da la convivencia de músicos que están formándose con otros que ya tienen un recorrido profesional y que en su día fueron debutantes con una orquesta que está a punto de cumplir treinta y cinco años. Los cumple el año que viene.

Del comienzo con trece músicos a... ¿cuántos tiene ahora?
En estos treinta y cuatro años han pasado por la orquesta cientos y cientos de músicos. En cuanto al número de integrantes depende del programa, si exige una orquesta más numerosa o más contenida.

¿Y el programa?
Como te decía antes, algunos de los miembros están trabajando fuera. Cuando preparo el programa de una temporada, pienso en los músicos que están disponibles y en cuándo estarán disponibles los necesarios para la interpretación de una obra concreta. No es una orquesta al uso, que al ser estable en su número de integrantes puede hacerse con un repertorio. Esta es una orquesta muy dinámica, que va evolucionando y acomodas muchas veces el calendario a las posibilidades de realización.

La programación se realiza fundamentalmente en Vigo pero ¿Sale fuera?
Ya desde 1988 empezamos a actuar en ciudades gallegas, en Murcia, Salamanca, en Viana do Castelo… La orquesta tiene un convenio con el Concello de Vigo por el que lleva a cabo un calendario de conciertos a lo largo del año, pero también está abierta a actuaciones en otras ciudades. De hecho tuvimos un concierto en el Auditorio de Ourense en 2015 y hemos actuado en A Coruña, en Santiago. Hay otra vertiente que es igualmente importante y que forma parte de la propia naturaleza de la orquesta que es la formación. A lo largo de estas casi tres décadas y media la Orquesta Clásica de Vigo ha propiciado numerosos cursos de especialización, de técnica e interpretación y también ha proyectado a través de conciertos didácticos la formación musical en el ámbito educativo y del asociacionismo cultural. 

¿Cuándo comienza la dirección, en los ensayos?
La dirección comienza en el momento de tomar en la mano la partitura. Hay que decidir cómo se va a abordar. No se trata de ejecutar, sino de interpretar. Tampoco de hacerlo tal como fue compuesta hace doscientos años.  De alguna manera sucede igual que con una obra de teatro. En una composición musical caben muchas interpretaciones, de lo contrario estaríamos repidiendo siempre lo mismo y sería como escuchar siempre el mismo disco.

¿Y qué espera el director de sus músicos?
Que sean capaces de comprender esa interpretación y la hagan suya. O incluso, mejor, que hagan su propia intepretación, su aportación. No queremos una orquesta de ejecutantes, sino de músicos. Como el director de cine espera que el actor ponga su alma en la película, el de orquesta espera que todos y cada uno de los músicos se vean contagiados de esa pasión por la obra que van a interpretar.

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