Opinión

Los Toros desde Vigo

A pesar de muchos pronósticos negativos, entre ellos el mío, una vez más fallido, la feria taurina de Pontevedra no sólo continúa adelante sino que además añade una tercera tarde. La taurofilia pontevedresa parecía haber dado muestras inequívocas de agotamiento en 2017 con apenas la mitad de las entradas vendidas para presenciar dos sesiones de sangre, barbarie y muerte. Aunque el síntoma más evidente de la decencia estaba en la zona VIP, que en el pasado había ocupado incluso Mariano Rajoy: se olió que salir en las fotos fumando un puro cerca de un burladero no le iba a dar ni medio voto, así que decidió no volver. El palco se quedó vacío. Feijó pasó ocasionalmente algunavez por Pontevedra, y el alcalde eterno Fernández Lores, con toda razón, nunca ha querido saber nada del asunto. Si fuera por Lores, hace mucho tiempo que la feria sería historia. Pero no. La Boa Vila mantiene su relación con los toros y las señales que anunciaban el final de la tauromaquia no han sido confirmadas. Lamentablemente, Galicia seguirá con toreros al menos un año más.
En Vigo hubo plazas de quita y pon e incluso una en las Travesas. Hace 18 años un grupo empresarial tuvo la extraña ocurrencia de construir una plaza-multiusos en Cabral, pero la idea no pasó de ahí y esa fue la última vez que los toros se acercaron por la Muy Leal. No parece probable que vayan a volver en el futuro. A Coruña, que aún cuenta con un multiusos-plaza, ya se ha librado de la temporada taurina, como antes Noia y el resto de Galicia, donde la tauromaquia nunca arraigó: había un aficionado y se sospechaba de otro. Pontevedra continúa siendo una rara avis. Una pena.

Te puede interesar