Opinión

Los sucesos de antaño

El tiempo y solo el tiempo es el encargado de sacar las costillas de los sucesos históricos a flote. Por eso, ante la impotencia que algunos sienten por la percepción de que hechos innobles que se producen en su momento permanezcan impunes,  queda la esperanza, a menudo recompensada aunque no siempre, de aguardar a que, libres de prejuicios, los investigue y los saquen a la superficie las generaciones posteriores. No hace falta que nos refiramos a hechos de una gran magnitud cuya resolución implica la puesta en escena de movimientos universales sino de situaciones casi domésticas, más difíciles de diagnosticar, más susceptibles de pasar desapercibidas, más silenciosas, menos aparentes y sin embargo, igualmente infames porque de la recolección de cosas pequeñas se conforman las cosas grandes.
La Justicia le ha metido mano a la trama de asesores jurídicos que se encargaba en los años del plomo de mantener, preservar e incluso controlar el entramado de ETA entre aquellos que habían ingresado por su pertenencia a la banda armada y sus crímenes, en chirona. Son  cuarenta y siete abogados que desarrollaron una tarea sumamente eficaz e imprescindible para que la infraestructura de la organización terrorista no sufriera fisuras y pudiera mantenerse viva y activa conservando además la fortaleza mental necesaria por parte de la población reclusa afín, unos sujetos ellos y ellas que, según se decía entonces, se desmoronaban a la primera y una vez sometidos a interrogatorio y presionados por los interrogadores, cantaban como pájaros.
El tribunal los ha condenado a todos. A penas muy veniales, eso es cierto, pero a todos, de modo que algunos ingresaran en prisión para cumplir condenas de tres años –quince pedía el fiscal para todos ellos- tras pactar con la presidencia una solución de compromiso. Setenta años después de que ETA matara por primera vez, algunos de sus personajes implicados en aquel sindicato del crimen que no supo hacer otra cosa ni tenía otra explicación que robar, extorsionar y matar, pagan por haber contribuido en el subsuelo de semejantes criminales. Estoy seguro que a la Asociación de Víctimas del terrorismo, esta condena les parecerá ridícula pero algo es algo. En años venideros veremos aflorar y recibir su castigo muchas de estas ocultas infamias.
 

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