Opinión

Los errores pasajeros

En unas recientes declaraciones a la BBC, sir Paul McCartney ha dicho que le parece un grave error convocar otras nuevas elecciones en torno al Brexit, aunque en esa misma entrevista reconoció que no había acudido a las anteriores porque los políticos que debían convencerle no le contaron nada que le valiera para configurar un criterio sólido al respecto.
Sospecho por tanto que la endeblez del discurso político no es una constante exclusiva de la clase política española sino que parece afectar a todos en general. Sospecho que se trata de una característica que define a las capas dirigentes de todo el mundo sea cual sea la localización geográfica y la adscripción ideológica. Los que tienen que representarnos en los diferentes parlamentos y los que tienen que administrarnos desde las diferentes esferas de gobierno son igual de ineficaces y charlatanes vengan de donde vengan. En nuestro país, su nula concepción del compromiso para con sus administrados ha conducido a unos nuevos comicios. Parece que en el Reino Unido se percatan ahora del disparate que cometieron no solo al plantear unas elecciones para decidir su separación unilateral de la Unión Europea sino, lo que es todavía más disparatado, que la opción de la ruptura fuera la que prevaleciera. Y debieron explicarlo muy mal para que un tipo aparentemente listo, bien informado, con notable predicamento y multimillonario como McCartney no se enterara de nada –o no quisiera enterarse que también es posible- porque si un sujeto que es parte de la élite del país no captó el mensaje, calculo lo que le ocurrió a la mayoría. Quizá ese fue precisamente el factor que desencadenó un resultado tan imprevisto, pero ahora una reflexión tan distante carece de trascendencia.
Si bien los británicos se plantean a estas alturas enmendar la plana eliminando de un plumazo el pasado –declarar nulo un referéndum legal en función del resultado obtenido y sus consecuencias parece un disparate aún mayor- a nosotros no nos queda otra que votar otra vez. En todo caso, esta tercera convocatoria  puede encerrar tantas incógnitas que ni la cocina de Tezanos puede estar segura de su propio y probablemente apresurado veredicto. Ya veremos qué acaba votando el pueblo soberano. Si bien lo primero es animarle a que lo haga. Y luego, ya veremos.

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