Opinión

Un "lógico" final

Vivimos en un mundo de grandes contradicciones en el que cambian los valores, miramos a las ocurrencias de cada cual y algunos de los poderes llamados fácticos están muy lejos de la ponderación, equilibrio y cordura que, al menos nuestra cultura de tiempo ha, situaba en otros parámetros. Hoy los poderes mediáticos lo mueven todo, los avances tecnológicos son la panacea a los que una masa ciega sigue a pies juntillas. Antiguamente en Galicia era el “carballo” colocado en el atrio de muchas iglesias, el punto de información en el que se colgaban los anuncios y, como argumento de autoridad, el personal decía “Está no carballo”. Bueno pues ahora son los medios informáticos los que se mueven, manipulan también, y dan las noticias e incluso sentencias propias.
Hasta tal punto que la presión mediática, incluida la célebre “quinta columna”, es de una magnitud tal que condiciona, presiona y bien creo que llega a llevar a la sepultura incluso. Se juzga antes de sentencias firmes venidas de donde deben proceder que son los tribunales y se dan por ciertos rumores, dichos, ocurrencias. Bien creo que ni los tribunales de justicia se libran en realidad de esas presiones. Muy grave la situación cuando ni siquiera se respeta la presunción de inocencia y las sentencias de los medios son las que calan en el pueblo y las que al fin y al cabo condenan a los encausados. De “supuestos” implicados nada de nada. Ya directamente condenados.
Viene a mi memoria la frase del poeta romano Juvenal cuando afirma: “Quis custodiet ipsos custodes?” (¿quién vigilará a los vigilantes?, ¿quién guardará a los guardianes?). Siguiendo a Platón: ¿cómo proteger a los que controlan la corrupción política? Porque esto para mí es de lo que se trata: ¿quién vigila tanta presión para que los jueces sean capaces de impartir justicia sin intromisiones como las que desde todas partes pretenden manipular? Los medios de masas, los politicos… un sin fin de elementos que imparten ya “su” justicia contagiando a la calle antes de que lo haga quien tiene esa grave responsabilidad que son los tribunales.
Un grave problema en el que se ven también las democracias de todo el mundo con injerencias improcedentes de todas partes que prejuzgan y juzgan pretendiendo manipular a los magistrados. En gran aprieto entiendo yo que se verán muchos jueces cuando, inmersos en una causa y con criterio bien diferente por sus conocimientos, firman sentencias que a lo mejor ni son “políticamente correctas”.
Todas estas reflexiones y más podríamos hacer ante la trágica noticia de la muerte de Rita Barberá. Sin entrar ni salir en su causa judicial, sí que tengo muy claro que las presiones que ha sufrido últimamente han sido enormes. Ahora algunos lo irán reconociendo como reconocen el impulso que dio en Valencia en sus largos años de regidora municipal. Unas presiones que en realidad han debido hundirla. Estaba en el Supremo para dar cuenta de 1.000 euros, después de haber superado con éxito otros procesamientos. Es triste su muerte y muy triste que haya estado ya casi al final para demostrar su gestión.
Cierto que nunca es positivo la permanencia tantos años en un cargo y que puede conducir a situaciones embarazosas. Debió haberse ido a su casa antes. La muerte la llamó a otro lugar y mucha cuenta habrán de dar quienes, como recordaba el ministro de Justicia, la han criticado despiadadamente creando una situación de agobio que tal vez ha podido ser la causa de su deceso.

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