Opinión

Las verdades de Arrimadas

No sorprende que en estos momentos de política expropiada por el llamado "procès", millones de españoles residentes dentro y fuera de Cataluña miren hacia Inés Arrimadas como la esperanza blanca del constitucionalismo, la legalidad y el retorno al sentido común.
Tampoco sorprende que los otros dos grandes partidos de confesada adhesión constitucional, PP y PSOE, miren con recelo a la dirigente catalana de Ciudadanos. Lógico. Su marca política se ha convertido en un serio competidor a escala nacional de las fuerzas políticas que hasta ahora han constituido el doble pilar del sistema. Pero ambos han visto como la cuestión catalana les abre una vía de agua que fecunda el territorio electoral del partido liderado por Albert Rivera.
Así que dirigentes del PP y del PSOE se muestran recelosos con Arrimadas y sus planes catalanes. Coinciden en meterle prisa en ofrecerse como candidata a la presidencia de la Generalitat en la sesión de investidura cuando ni siquiera se ha constituido el Parlament. Ella replica que todo a su tiempo. "Estamos haciendo lo que tenemos que hacer cuando tenemos que hacer". Declara. Y tiene razón. Explica, por ejemplo, que antes debemos conocer el desenlace de la guerra que se está librando en el fracturado bloque independentista, cuya mayoría absoluta está en manos de cinco diputados electos huidos y tres encarcelados.
Un jugador nunca muestra sus cartas antes de abrirse el turno de apuestas. Así que la dirigente del partido ganador del 21-D pide calma, mientras recuerda que 35 años de nacionalismo no se resuelven en treinta y cinco días. Y que lo prioritario es formar la Mesa del Parlament, sabiendo que será la primera ocasión en la que socialistas de Iceta y populares de Albiol han de retratarse. No solo ellos.
También los ocho diputados de Comunes-Podemos, que tienen un referente nacional en el partido de Iglesias Turrión y en campaña dijeron estar en contra de la desconexión de Cataluña. Tendrán ocasión de demostrarlo si, llegado el caso, un representante del constitucionalismo y otro del independentismo se disputan la presidencia de la Mesa, que fue determinante en la perpetración del reto separatista y se trata de desactivar el riesgo ante una nueva legislatura.
Lo cual también puede predicarse en relación al PSC, otro partido de medias tintas cuya posición no se acaba de entender en el resto de España, donde juegan las siglas centenarias del PSOE ahora pilotadas por Pedro Sánchez ¿Cómo entender que ahora le metan prisa a Arrimadas cuando en campaña Iceta anunciaba que no la apoyaría en una eventual investidura?
La pregunta la lanza Arrimadas, anticipando la terrible conclusión de que hubiera sido fatal que la defensa de la Constitución hubiera quedado en manos del bipartidismo. Eso sí me parece injusto, pero estaremos atentos a la pantalla.

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