Opinión

La suerte de Rajoy

El que la tiene más grande es Rajoy. La suerte, quiero decir, puesto que su incondicional confianza en el tiempo como bálsamo para la solución de los problemas, no deja de proporcionarle réditos importantes.
Sin ir más lejos, el PNV acaba de anunciar que no presentará enmienda a la totalidad a los Presupuestos Generales del Estado, lo que apunta ya a un apoyo final que llegará forzado en el último suspiro, después de unas duras negociaciones a las que el partido nacionalista les sacará el máximo rendimiento, pero poniendo cara como de que pactan por el interés general y desde la más alta responsabilidad, pero a disgusto.
Esto supondrá una bocanada de aire -aunque no fresco- para el gobierno del Partido Popular, al que garantizará su persistencia prácticamente hasta el final de la legislatura, a la que llegará agotado y muy desgastado por la mala gestión de sus casos de corrupción y la torticera interpretación de la ética y la moral pública, en la que todo vale y todo se justifica para llegar o mantener el poder. Véase Cifuentes como ejemplo puntual más reciente, su título inexistente al que renuncia y la evidencia de que hay materiales orgánicos vivientes más duros que el hormigón armado.
Pero con la suerte del Presidente, la líder madrileña pronto será pasado y a lo mejor sin necesidad de perder Madrid. Otro éxito en los minutos de descuento, aplicando la que ya podríamos reconocer como corriente política personal del nunca es tarde para no hacer nada, aplicable especialmente a los asuntos más delicados y que Rajoy aplica con mano izquierda. Seguramente, lo que casi se ha convertido en arte,  a los más ignorantes les pueda parecer fruto de la casualidad.

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