Opinión

La revuelta

Aunque no es hasta el próximo domingo cuando se celebra el Día Internacional de la Mujer, distintos movimientos de mujeres llevan unos días calentando motores. Y entre los grupos que quieren hacer oír su voz esta el de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia.

¿Qué están pidiendo? Pues algo tan simple como una mayor participación de la mujer en las tareas de la Iglesia Católica, como por ejemplo poder ser diáconos o presbíteros. Utilizo las palabras "diácono" y "presbítero" porque como hasta ahora no ha habido mujer que hayan ejercido ni lo uno ni lo otro ni siquiera hay costumbre de feminizar ambas palabras. Es decir no tengo ni idea si sería correcto la denominación de "diaconisa" y "presbítera".

Pero como esto no es lo sustancial, voy a centrarme en lo que de verdad, en mi opinión importa, y es esa reclamación de mujeres creyentes, de mujeres católicas, de tener un papel más activo en el seno de la Iglesia.

La pregunta a la que deberían de responder desde el Vaticano es ¿qué impide que una mujer pueda ser diácono o presbítero? ¿Acaso hay en los Evangelios alguna indicación en sentido contrario?.

Para quienes no tengan muy claro que es eso de ser diácono habrá que recordar que la palabra diácono significa "el que sirve" y en los primeros años del cristianismo los diáconos tenían entre sus funciones cuidar de los pobres, repartir limosnas....

Con el paso del tiempo el diácono puede predicar el Evangelio, bautizar y casar. Y la Iglesia permite que haya hombres casados que son diáconos, a los que se les exige entre los requisitos para acceder a esta condición el de llevar al menos cinco años casados y tener más de treinta y cinco años. En realidad el diácono es un "ayudante" del sacerdote.

Vuelvo a hacer la misma pregunta: ¿Qué es lo que impide a una mujer ejercer está en función?.

En mi opinión ni el Papa, ni los Cardenales y los Obispos pueden seguir no solo ignorando, sino también rechazando que la mujeres puedan desempeñar está función. ¿A quién ofende o en que se contradice con el Evangelio que una mujer pueda predicar, dar el bautismo, o casar?

Otro paso más sería permitir que las mujeres accedan al sacerdocio, es decir que se conviertan en presbíteros, pero sin duda antes de llegar a ese río se debería empezar por permitir cruzar el anterior puente.

El debate que plantean un grupo numeroso de mujeres católicas, teólogas muchas de ellas no debería de caer en saco roto. Sería un error que el Vaticano se negara a escucharlas. Y no, no se puede, dos mil años después, seguir pidiendo a las mujeres que tengan paciencia.

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